Recientemente, supe de una persona que dice ser temerosa a Dios pero guarda resentimientos, otra que dice tener mucha fe en Dios pero se está involucrado con alguien que no tiene la misma fe, y todavía otra que dice ser de Dios pero tiene un noviazgo caliente con su novio. Lo peor es que eso se ha convertido en algo cada vez más común. Muchas cosas que anteriormente no aceptábamos por causa de nuestra fe hoy están siendo toleradas, e incluso aplaudidas por muchos que se dicen de la fe. Hoy usted ve hasta a aquellos que tienen la responsabilidad de ser ejemplos hablando mal de sus líderes, ¡como si se olvidaran de Quién los colocó como líderes y Quién sirven!

Vivimos en la era del engaño, la era del anticristo – es por eso. El espíritu engañador ha hecho lo que ha querido a través de muchos que piensan estar en la fe y ya no lo están hace mucho tiempo. ¡La peor cosa es ser engañado! A través de las próximas cinco señales, este post tiene como propósito ayudarlo a verse y a despertar antes de que sea demasiado tarde…

Primera señal: Usted cree, pero también duda.

La fe coexiste con la duda. Es como que usted quiera que la luz coexista con las tinieblas. Una es opuesta a la otra. Si usted tiene dudas es porque no está en la fe. Así de simple. Los de la fe creen y punto final. No necesitan ver para creer. No dudan de si Dios está oyendo o no; no desisten de creer ni de confiar.

Segunda señal: La fe depende de ciertas circunstancias.

Si usted está en la iglesia, está en la fe, pero si está en la escuela, se olvida fácilmente de ella. Si usted está con ciertas personas de la fe, usted es de la fe, pero con otras, enseguida esconde su fe. Si todo está bien, usted está en la fe, pero si está pasando por algún problema o incluso por una injusticia, inmediatamente se debilita y su fe sale por la ventana. Quien está en la fe no depende de nada ni de nadie para estar en ella, es más, ¡es aún más evidente cuando está con quien no es de la fe o cuando pasa por situaciones difíciles!

Tercera señal: Su fe es para los demás

Usted tiene fe para orar por otras personas, para hablarles de la Palabra de Dios, e incluso para servir a Dios con su tiempo, pero su fe no sirve para usted. Su vida está atada, no ve que su fe funcione para usted mismo. Si pudieran ver cómo usted es en su casa, no creerían en el Dios que usted predica. Su vida es una miseria, sus parientes no le respetan, está siempre enfermo, y la vida sentimental prácticamente no existe. Nuestra fe no es solamente para salvarnos, sino para que conquistemos la vida abundante que Dios nos prometió. Si no fuera por los milagros que Dios operó en la vida de los héroes de la fe, ¿para qué leeríamos sobre ellos en la Biblia? Quien es de la fe predica esa fe principalmente a través de su vida.

Cuarta señal: Su fe es personal.

Usted hace lo que quiere y utiliza la Biblia para justificarse:

¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba». Romanos 14:22

Hay quienes viven en el pecado y no se condenan, pues dicen “tener fe para eso” o que “lo que importa es el corazón y no lo que hacen en el exterior”. El hecho es que ellas pueden no condenarse, pero su conciencia sí. Nuestra conciencia sabe exactamente lo que Le agrada o no a Dios; ella es fiel a Él. Si nos equivocamos, inmediatamente nos acusa, pero hay quien la tiene cauterizada, como está escrito en 1 Timoteo 4:2:

«… por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia…»

Esa cauterización le hace perder la sensibilidad y neutraliza su conciencia. Pero, ¿cómo puede suceder eso? Cuando usted la ignora y se justifica continuamente, como un disco rayado. ¿Ya ha visto a personas que viven justificándose porque pecan? Un día, ellas van a conseguir neutralizar sus conciencias, y entonces, será difícil volver a vivir en la fe, ¡lamentablemente!

Quinta señal: La fe que no confía.

Usted cree pero no confía, entonces siempre le da una vuelta, le da una manito a Dios. Usted cree en la justicia, pero también se defiende y se justifica delante de los hombres o en sus redes y círculos de amistades. Usted cree que la obra es de Dios, pero no respeta a quien está allí, no acepta lo que es hecho allí, y tiene opiniones muy contrarias a ella. Usted quiere hacer la voluntad de Dios, siempre que esta esté de acuerdo con la de usted. Usted está lista para todo, siempre que sea algo que le guste hacer. Quien cree de verdad confía también. No siempre la respuesta de Dios viene de la manera o en el tiempo que nosotros queremos. Cuando no hay confianza, la fe se desanima.

Si usted ahora reconoce que su fe no ha sido verdadera, arrepiéntase delante de Dios y de los hombres. No continúe escondiéndose por detrás de sus “buenas obras”, pues mientras nadie lo sepa, será fácil volver a tener el mismo tipo de fe. Pero si usted se “expone”, estará saliendo de las tinieblas, donde el engaño domina, y entrando a la luz, donde ya no hay cómo engañar a nadie.

Si usted tiene un título en la iglesia, sacrifíquelo. ¡Su alma es más importante que él! Separe un tiempo para volver al primer amor, para vivir la fe verdadera, para tener un encuentro con Dios y recibir el bautismo con el Espíritu Santo. Solo así usted tendrá una fe verdadera.

En la fe.