Claudia García recibió ayuda desde el Santuario y su vida cambió completamente. Conozca su historia:

“Desde pequeña me crié en un ambiente de violencia, quería escaparme de esa situación, entonces, en la adolescencia me casé. Sufrí situaciones de violencia muy fuertes, ya tenía cuatro chicos y la violencia era un daño psicológico tanto para ellos como para mí. Entonces, decidí separarme e irme.

Mantener a cuatro chicos chiquitos no era fácil, para intentar salir adelante terminé involucrándome en el mundo de la prostitución. Eso fue terrible para mí, porque mientras estaba en ese mundo, pasé por situaciones muy difíciles. Situaciones en que me denigraron, me humillaron, no me pasó solo a mí, sino a las personas que trabajaban conmigo.

Fui creciendo o escalando dentro de ese mundo y tuve departamentos, fui madama, controlaba diferentes prostíbulos como para tener un mayor ingreso, pero el dinero se me iba como agua entre los dedos. Psicológica y anímicamente me hizo muy mal.

Saber que los chicos iban a crecer y a saber que su mamá hacía eso me ponía muy mal, porque antes había sido una mamá normal.

Yo pensaba que eso no era para mí, tenía planes de un casamiento, de estudiar, porque estudié para salir de eso, pero aunque lo intentara, no hubo forma de salir. En ese mundo hay mucha violencia, intentaba salir pero no podía. Incluso fui a curanderos y a psicólogos, hasta me derivaron a psiquiatras. Tuve intentos de suicidio porque nadie me podía ayudar.

Cuando conocí la Universal, estaba el Santuario y me lancé por completo. Yo ya había intentado de todo para que mi vida cambiara y no cambió. Ver que había personas que tenían sus vidas transformadas me dio fuerzas para creer que Dios me podía cambiar, pero debía entregarme al 100%. Por esa razón presenté mi sacrificio en el Altar, Dios hizo justicia, se acordó de mi ofrenda y respondió a todos los deseos de mi corazón.

En el momento en que bajé del Santuario ya hubo cambios, primero en mí, estaba más tranquila, podía dormir, me sentía mejor. Pude abandonar la prostitución porque el sacrificio que hice en el Santuario cambió completamente mi vida. Dios me prosperó, ahora tengo un centro de estética, un estudio de pilates, un sector en el que le doy clases a profesionales, estoy por cerrar un contrato para comprarme una casa y mi vida sentimental está resuelta, estoy por casarme con un hombre de Dios y mis hijos también están en la presencia de Dios. Mi vida fue transformada en todo sentido, incluso en lo emocional, me libré de los pensamientos de muerte y hoy soy feliz”, afirma sonriendo.