Fuerte. Extremadamente fuerte. Especialmente para quien realiza la Obra de Dios.

El mensaje de Jesús era dirigido a los oprimidos, según Isaías 61:1.

A veces, interrumpía Su discurso y estimulaba la fe en el pedid, buscad y llamad – salvación del cuerpo. Otras tantas, enfocaba el mensaje en la Salvación del alma – y el que viene a Mí, de ningún modo lo echaré fuera.

Pero, en el pasaje de Mateo 7:13-23, Él fortalece por lo menos 7 puntos:

1º- La puerta estrecha;
2º- La cautela sobre los falsos profetas;
3º- El árbol que da buenos frutos;
4º- El árbol que es cortado y arrojado al fuego;
5º- No todo creyente entrará en el Reino de los Cielos;
6º- El que hace la voluntad de Dios;
7º- El que realiza Su Obra.

Llama la atención Su énfasis en los MUCHOS realizadores de la Obra de Dios que, en aquel día, Le dirán:

«Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros?» Mateo 7:22

Quien hace la voluntad de Dios cuida la propia Salvación; quien realiza la Obra de Dios cuida la Salvación de los demás. Sin embargo, de nada sirve ganar el mundo entero, pero descuidar su relación con Dios y perder su alma.

Obviamente, quien es nacido de Dios piensa como Él y quiere ganar almas. No obstante, hay muchos que, supuestamente, realizan la Obra de Dios, no por pasión por las almas, sino por sí mismos. Pablo los llama traficantes de la Palabra. 2 Corintios 2:17

Aquel día oirán:

«Apartaos de Mí, los que practicáis la iniquidad.» Mateo 7:23

Los verdaderos siervos renuncian a sus vidas, renuncian a sus sueños y viven para soñar los sueños de Dios. No solo realizan Su obra, sino, sobre todo, hacen Su voluntad.