Cada nuevo año está más cerca la venida de nuestro Señor. Y a causa de eso hemos constatado la apostasía de la fe acelerando el desvío de aquellos que un día experimentaron el gozo de la salvación de sus almas.

Ya en los tiempos apostólicos, el Espíritu Santo advirtió sobre el período que estamos viviendo hoy.

En aquella oportunidad, Él dijo:

…en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios. 1 Timoteo 4:1

Apostatar de la fe significa abandonar la fe.

Esto ha sucedido en gran escala porque la fe que un día los libró de la muerte fue relajada y sustituida por la obediencia a espíritus engañadores.

Claro que los espíritus engañadores usaron a “hermalos”, hombres movidos por la envidia, para desviar a los novicios.

Mi consejo es que usted que comenzó en la fe, que se liberó por la fe, que conquistó por la fe, que renació por la fe, ¡jamás abandone esa fe!

No se deje llevar por las muchas palabras bonitas o mensajes persuasivos de emoción.

Cueste lo que cueste, mi amiga y mi querido amigo, ¡jamás deje esa fe que un día le dio vida!

Porque su Salvación depende de ella…