¿Alguna vez has notado cuánto tiempo de tu día pasas navegando por Internet, viendo entradas en las redes sociales, leyendo, compartiendo fake news (noticias falsas) por aplicaciones, jugando y atendiendo llamadas telefónicas? En el trabajo, por ejemplo, ya reflexionó sobre el volumen de notificaciones que saltan en la pantalla de tu móvil o en los vídeos divertidos que te hacen parar todo lo que estás haciendo para verlos?

Tal vez usted no haya pensado antes de que estas actividades estén consumiendo gran parte de su rutina y obstaculizando el desarrollo de otras tareas importantes, como la convivencia con su familia, la productividad en su trabajo, los momentos de ocio, la dedicación a su trabajo la vida espiritual, la lectura bíblica, entre otras.

Generalmente, las personas culpan la falta de tiempo como el principal motivo de no lograr realizar actividades importantes. Para ellas, tener un poco más de horas al día les traería gran satisfacción. El problema es que muchas no tienen conciencia de que esto ocurre en razón, principalmente, de esas distracciones que forman parte de su rutina diaria.
De esta forma, lo que falta para muchas no es tiempo, sino prioridad. Falta disciplina para no desviar el foco en el día a día – algo que es tan común suceder y que entorpece todo el proceso de trabajo. Las investigaciones demuestran: de acuerdo con un experto norteamericano del The Wall Street Journal, al desviar la atención de algo específico, el profesional tarda hasta 23 minutos para reanudar la concentración en el trabajo. Imagínese, entonces, cuánto las distracciones interfieren en la productividad.

Esta falta de tiempo en el entorno profesional puede generar consecuencias aún peores
Cuando interrumpimos parte de nuestro tiempo para involucrarnos con futilidades sentimos que la vida se vuelve más rápida. Parece que todo funciona más rápidamente a nuestro alrededor y que falta tiempo para suplir las necesidades diarias. Y, con eso, nos volvemos rehenes del tiempo.

Usted ya debe haber percibido eso. Por ejemplo, cuando usted tiene la sensación de que las horas están pasando más rápidamente cada día que pasa. Hay una explicación biológica: la dopamina – neurotransmisor responsable de la sensación de energía y disposición – disminuye con el proceso de envejecimiento, lo que hace que tengamos una percepción de tiempo diferente de las generaciones anteriores.

Esto no significa que usted no debe tener momentos de distracción. El problema está en el hecho de que están interfiriendo en su tiempo y haciendo que se desenfoque de lo que realmente importa. La cuestión no es la falta de tiempo, sino el grado de importancia que usted da a lo que se propone hacer.

El secreto para dejar de usar la falta de tiempo como excusa para todo está en organizar las prioridades y considerar que la principal de ellas es la vida con Dios.

Vea el ejemplo del rey David que, al hacer una oración a Dios, demostró que era consciente de que necesitaba hacer uso del tiempo de la mejor manera posible para no desperdiciarlo. «Enséñanos a contar nuestros días, de tal manera que alcanzamos corazones sabios.» (Salmos 90.12).

Él sabía que Dios era el único que podía enseñarle a organizar su tiempo y de todos, porque Él es el Dueño de todo, que controla las horas de forma diferente de los seres humanos, como dice la Biblia: «… un día para el Señor es como mil años, y mil años como un día «. (2 Pedro 3.8).

Entonces, haga como David: entregue su tiempo a Dios y se dedique más a la vida espiritual. En cambio, Él le enseñará a usar su tiempo con sabiduría. A continuación, haga una planificación de sus tareas, organizar cuáles son las más importantes, y seguirlo. Y, por fin, no se deje llevar por las distracciones proporcionadas por la tecnología. La usa para su engrandecimiento y no para su fracaso.