Cuando nos referimos a la alimentación para el cuerpo, existe un inmenso menú con muchas variedades. Pero cuando nos referimos a la alimentación para el espíritu, existen solo dos opciones.

La comida del Señor Jesús es hacer la Voluntad del Padre.
La comida del diablo es cuando su voluntad es practicada.

Nosotros nos alimentamos de una o de la otra, pero nunca de las dos al mismo tiempo.
Siempre que hacemos la Voluntad de Dios, nos alimentamos de la comida de Su propio Hijo.

Siendo así, son nuestras decisiones las que determinan cuál será la comida que nos alimentará.
Existen comidas que son perjudiciales para la salud física, pudiendo, con el tiempo, llevar a la persona incluso a la muerte.
Existen también las que son perjudiciales para la salud espiritual.
Lo peor de todo es hacer, de forma consciente, la voluntad del diablo. Yo incluso puedo decir que eso es practicar la eutanasia en la propia fe.

Esta es la razón por la que muchos incluso comenzaron la obra, pero no tuvieron condiciones de llevarla a cabo por completo.