Dos palabras con sentidos semejantes, pero con una enorme diferencia. Una cosa es tener fe para casarse, por ejemplo. Lo difícil es seguir con fe para mantener el matrimonio. Es entonces que entra la confianza. La confianza es la continuidad de la fe. Cuanto mayor es el cultivo de la fe, mayor será la confianza.

Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan. Salmos 37:25

El rey David tenía mucha experiencia, tanto en la fe como en la confianza en Dios. Mientras fue joven coleccionó experiencias maravillosas de la acción de la fe. A causa de eso, aprendió a confiar en el Autor de su fe. A pesar de la gravedad de sus errores, mantuvo su confianza intacta. El cuidado de su fe lo mantuvo humilde para reconocer su pecado y ser perdonado. Fue suficiente para mantener su nombre escrito en el Libro de la Vida.

La fe depende de la confianza para mantener las conquistas que proporciona. Muchas conquistas de la fe se han perdido justamente a causa de la pérdida de la fe. ¡Claro! Quien tiene éxito por la fe, si pierde la fe, pierde también el éxito.

Muchas enfermedades, curadas por medio de la fe, han vuelto a causa de la ausencia de la fe o de la enfermedad de la fe. Eso ocurre porque las personas desconocen el hecho de que, si por la fe se conquista, por la duda se pierde lo conquistado. El insensato se relaja en la fe que lo llevó a la conquista. Frente a eso, la duda se aproxima y enseguida neutraliza el poder de la fe, conduciéndolo al fracaso.

Así como la fe es poder, la duda también es poder. Mientras que el poder de la fe esté activo, el poder de la duda pierde la fuerza. Pero si el poder de la fe se relaja, es obvio que el poder de la duda prevalecerá.

La fe aumenta la inmunidad espiritual, sin embargo, si esa inmunidad cae con la ausencia de la fe, el poder de la duda prevalece y la inmunidad espiritual hunde a las conquistas de la fe.

Porque no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para Salvación a todo aquel que cree… Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Romanos 1:16-17

Por eso se hace obligatorio el cuidado y el mantenimiento de la fe, por la cual la persona se torna merecedora (justa) delante de Dios. Este es un hecho importantísimo, que no se puede despreciar. La fe tiene que ser cuidada y mantenida para que las conquistas permanezcan.

Conquistar no es difícil, lo difícil es mantener las conquistas. Eso solo es posible mediante el poder de la confianza.