“¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas.” Mateo 12:34-35

Los hipócritas son generación de víboras. Es así como el Señor Jesús considera a las personas malas que hablan cosas buenas: “¿Cómo ustedes hablan lo bueno, siendo malos?”

La boca expresa la abundancia que hay en el corazón: si la boca habla cosas buenas, significa que el corazón está lleno de cosas buenas; pero si la boca habla cosas malas, significa que el corazón está lleno de cosas malas. Sabiendo eso, aunque la boca sea de un hermano, si dice cosas malas, su corazón es malo. Entonces, quien es sabio, huye de ese hermano. Esta es la fe inteligente.

La curiosidad de Adán y Eva le dio origen al pecado. Lo mismo sucede cuando el cristiano se interesa en oír la historia de otro caído. Es costumbre del caído en la fe tener interés en llevar a otros consigo para que caigan también. Este fue el espíritu de Satanás para con Adán y Eva. Porque fue excluido de la presencia de Dios, él quiere llevar al máximo posible de personas de la fe a ser excluidas también.

Lamentablemente, lo mismo se da en relación a los fracasados en la fe. Tienen envidia de los que están en la fe y quieren traerlos a la misma situación también.

Quien les presta atención a los malos también será malo. Cuando se cultiva la fe inteligente no se presta atención a las malas palabras ni se tiene curiosidad en conocer sus razones.

El Señor Jesús concluye Su advertencia, diciendo: “Mas Yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del Juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”
Mateo 12:36-37