Diariamente, el ser humano se ve obligado a hacer una elección: elegir el gobierno del Reino de Dios o el gobierno del reino de este mundo. Y es tu obediencia o no a la Voz del Altísimo lo que define a qué reino se le entrega el control de tu vida. Abraham, por ejemplo, hizo esta elección cuando demostró coraje al escuchar la Voz del Altísimo, que le ordenaba:
“Sal de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré”. (Génesis 12.1). En otras palabras, dejó el reino de este mundo y dejó que Dios lo guiara día a día. Su fe obediente no sólo lo convirtió en padre de muchas naciones sino que también le dio una vida bendecida y una vejez feliz (Génesis 25:8).
Hoy, así como le habló a Abraham, la Voz del Espíritu Santo llega a todos, pero pocos tienen oídos para escucharla y obedecerla. Esto sucede porque la mayoría de las personas están enfocadas en lo que el mundo tiene para ofrecer, como los logros, el éxito y la vanidad o preocupadas por “nuestro pan de cada día” sin darse cuenta de que el sustento viene de las Manos del propio Dios para quienes lo buscan, su Reino y Su justicia primero (Mateo 6:33).
Aquellos que eligen ser gobernados por el Espíritu de Dios y vivir conforme a Su Voluntad, tienen garantizados pastos verdes y aguas tranquilas, porque, como dicen las Escrituras, “mucha paz tienen los que aman tu ley, y nada los hará tropezar”. ” (Salmos 119:165). Aquellos que se someten al reino del mundo y sus injusticias, aunque crean que están en el poder del dinero, de la ciencia y de la sabiduría, quedan condenados al polvo y a la muerte de su alma por toda la eternidad.
El Señor Jesús te quiere tal como eres, pero para ser parte de Su Reino, necesitas renunciar a tus deseos y permitir que Su gobierno guíe tus pensamientos, dirija tu corazón y coordine tu vida. Buscar el Reino de Dios y Su justicia es esto: luchar por obedecer Su Palabra, sólo entonces estarás tomando la decisión correcta.
Obispo Edir Macedo