Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad. (Eclesiastés 11.9-10)

A la mayoría de los jóvenes les gusta divertirse y, por eso, van por caminos peligrosos, siguiendo los consejos de los que andan en la perversión, los vicios y la prostitución. Sin embargo, llegará el día en que tendrás que pagar la cuenta por malas decisiones.

El consejo de Dios es quitar la ira y la rebeldía del corazón. Como los jóvenes tienden a vivir de las emociones, que sólo les hacen daño, necesitan ser sabios y usar la razón, entendiendo que todo es vanidad, todo acaba y todo tiene fecha de caducidad.

Sin embargo, al tener el alma restaurada por el poder de Dios, la persona nace de nuevo y pasa a tener una vida plena por toda la eternidad.