Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Éxodo 27
1 Harás también un altar de madera de acacia de cinco codos de longitud, y de cinco codos de anchura; será cuadrado el altar, y su altura de tres codos.
2 Y le harás cuernos en sus cuatro esquinas; los cuernos serán parte del mismo; y lo cubrirás de bronce.
3 Harás también sus calderos para recoger la ceniza, y sus paletas, sus tazones, sus garfios y sus braseros; harás todos sus utensilios de bronce.
4 Y le harás un enrejado de bronce de obra de rejilla, y sobre la rejilla harás cuatro anillos de bronce a sus cuatro esquinas.
5 Y la pondrás dentro del cerco del altar abajo; y llegará la rejilla hasta la mitad del altar.
6 Harás también varas para el altar, varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de bronce.
7 Y las varas se meterán por los anillos, y estarán aquellas varas a ambos lados del altar cuando sea llevado.
8 Lo harás hueco, de tablas; de la manera que te fue mostrado en el monte, así lo harás.
9 Asimismo harás el atrio del tabernáculo. Al lado meridional, al sur, tendrá el atrio cortinas de lino torcido, de cien codos de longitud para un lado.
10 Sus veinte columnas y sus veinte basas serán de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata.
11 De la misma manera al lado del norte habrá a lo largo cortinas de cien codos de longitud, y sus veinte columnas con sus veinte basas de bronce; los capiteles de sus columnas y sus molduras, de plata.
12 El ancho del atrio, del lado occidental, tendrá cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez, con sus diez basas.
13 Y en el ancho del atrio por el lado del oriente, al este, habrá cincuenta codos.
14 Las cortinas a un lado de la entrada serán de quince codos; sus columnas tres, con sus tres basas.
15 Y al otro lado, quince codos de cortinas; sus columnas tres, con sus tres basas.
16 Y para la puerta del atrio habrá una cortina de veinte codos, de azul, púrpura y carmesí, y lino torcido, de obra de recamador; sus columnas cuatro, con sus cuatro basas.
17 Todas las columnas alrededor del atrio estarán ceñidas de plata; sus capiteles de plata, y sus basas de bronce.
18 La longitud del atrio será de cien codos, y la anchura cincuenta por un lado y cincuenta por el otro, y la altura de cinco codos; sus cortinas de lino torcido, y sus basas de bronce.
19 Todos los utensilios del tabernáculo en todo su servicio, y todas sus estacas, y todas las estacas del atrio, serán de bronce.
20 Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas.
21 En el tabernáculo de reunión, afuera del velo que está delante del testimonio, las pondrá en orden Aarón y sus hijos para que ardan delante del Señor desde la tarde hasta la mañana, como estatuto perpetuo de los hijos de Israel por sus generaciones.
Juan 7
1 Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle.
2 Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos;
3 y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.
4 Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo.
5 Porque ni aun sus hermanos creían en él.
6 Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto.
7 No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas.
8 Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido.
9 Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea.
10 Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto.
11 Y le buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél?
12 Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo.
13 Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo a los judíos.
14 Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba.
15 Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?
16 Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.
17 El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.
18 El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia.
19 ¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis matarme?
20 Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte?
21 Jesús respondió y les dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis.
22 Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres ; y en el día de reposo circuncidáis al hombre.
23 Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre?
24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.
25 Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle?
26 Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo?
27 Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea.
28 Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis.
29 Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió.
30 Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora.
31 Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?
32 Los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas cosas; y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen.
33 Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió.
34 Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir.
35 Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos?
36 ¿Qué significa esto que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir?
37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
40 Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían: Verdaderamente éste es el profeta.
41 Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo?
42 ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?
43 Hubo entonces disensión entre la gente a causa de él.
44 Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano.
45 Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído?
46 Los alguaciles respondieron: !!Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!
47 Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados?
48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?
49 Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es.
50 Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos:
51 ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?
52 Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.
53 Cada uno se fue a su casa;
Proverbios 4
1 Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos, para que conozcáis cordura.
2 Porque os doy buena enseñanza; no desamparéis mi ley.
3 Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre.
4 Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás.
5 Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;
6 No la dejes, y ella te guardará; amala, y te conservará.
7 Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.
8 Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado.
9 Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará.
10 Oye, hijo mío, y recibe mis razones, y se te multiplicarán años de vida.
11 Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar.
12 Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos, y si corrieres, no tropezarás.
13 Retén el consejo, no lo dejes; guárdalo, porque eso es tu vida.
14 No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos.
15 Déjala, no pases por ella; apártate de ella, pasa.
16 Porque no duermen ellos si no han hecho mal, y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno.
17 Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos;
18 Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.
19 El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan.
20 Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones.
21 No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón;
22 Porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo.
23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.
24 Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios.
25 Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.
26 Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos.
27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal.
Acompañe la lectura del 75° día ingresando aquí.
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