TODO le es posible al que cree. Pero esa creencia requiere que se observen ciertas reglas para hacer que TODO sea posible.
El Dios Hijo vino al mundo para eliminar pecados y servir como Intercesor junto al Dios Padre. Pero solamente para los que Le obedecen.
Por lo tanto, Jesús es La Ofrenda del Dios Padre para salvar al que cree y es La Ofrenda de aquel que cree para entrar en la presencia del Dios Padre. Efesios 2:18
Jesús es el Velo Rasgado que permite el acceso de Sus siervos al Santo de los Santos. Hebreos 10:20
Tres veces el SEÑOR Dios dijo:
Nadie se presentará ante Mí con las manos vacías. Éxodo 23:15; 34:20; Deuteronomio 16:16
Significa que es imposible entrar en la presencia del Dios Padre sin la ofrenda.
Toda ofrenda presentada al Dios Padre tiene que simbolizar a Jesús.
Si la ofrenda proviene de un corazón limpio, representa a Jesús, y el ofrendante es aceptado delante del Dios Padre.
Si la ofrenda proviene de un corazón impuro, el ofrendante no es aceptado delante del Dios Padre.
En otras palabras: la vida cristiana depende de la ofrenda.
Mi Padre busca verdaderos adoradores, dijo Jesús. O sea, Mi Padre busca ofrendantes.
No se trata de dinero, bienes muebles o inmuebles. Sino de algo que pruebe la dedicación sincera del corazón.
Adoradores que Lo adoren en espíritu y en verdad.
Cristianos que usen el intelecto (espíritu, fe inteligente) y en verdad, es decir, a través de Jesús (La Verdad).
Los verdaderos adoradores son verdaderos ofrendantes.
Los falsos adoradores son falsos ofrendantes.
Ningún siervo puede servir (ofrendarse, entregarse) a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir (ofrendarse, entregarse) a Dios y a las riquezas. Lucas 16:13
Esa es la razón por la que muchos “cristianos” son fracasados. Sus ofrendas no han simbolizado al Señor Jesús.
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que Le adoren. Juan 4:23
En otras palabras, Jesús es El Camino, La Ofrenda Viva, Limpia y Perfecta para el acceso a la presencia del Dios Padre.
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