El mundo es como ese sonajero que usan los adultos para distraer al bebé y evitar que llore. Mientras el sonajero hace ruido, el bebé está distraído y tranquilo. Este mundo es un cascabel que distrae la mente y el corazón de las personas y, por eso, está escrito que el dios de este mundo, el diablo, ha cegado el entendimiento de las personas (2 Corintios 4.4).

Dios es el Señor de todo, pero no es el Señor de aquellos que, con su libre albedrío, ya han elegido ser servidores del mal.

El diablo usa este sonajero y sus siervos se distraen, se pierden por ese ruido. Un gran ejemplo de esto es internet, que reúne todo lo malo que existe en el mundo y, aun así, hipnotiza a miles de millones de personas que, sin darse cuenta, se dirigen hacia el mal. Debes estar concentrado para no caer en esta trampa.

El salmista, inspirado por el Espíritu Santo, dijo: “¿Qué daré al Señor por todos los beneficios que me ha hecho? Tomaré la copa de la salvación e invocaré el Nombre del Señor” (Salmo 116:12-13). Esta pregunta, obviamente, se aplica a todos nosotros. Porque cuando se trata de dar a Dios, la gente piensa “no tengo mucho. Soy como una viuda pobre y sólo tengo dos monedas”. Pero puedes reunir todo el dinero, todo el oro que tienes, todo lo que existe en este mundo y ponerlo en el Altar como ofrenda a Dios y eso no es lo que Él quiere – eso es sólo ruido. Él lo que quiere es que tomes la Copa de la Salvación, es decir, que salves tu alma, y ​​la única manera de hacerlo es entregársela a Él.

Cada persona es dueña de su propia alma y sólo usted puede elegir entre permanecer distraído por este traqueteo maligno o concentrarse y beber de la Copa de la Salvación.

Obispo Edir Macedo