¿De dónde vienen los pensamientos?
Sí, porque de la nada, aparece una avalancha de ellos, y si no sabes de dónde vienen, corres el riesgo de cometer el error de pensar que son tuyos. Los pensamientos provienen de las palabras, y estas, a su vez, pueden tener tres orígenes: las personas, Dios o el diablo.
Las palabras no mueren. Una vez dichas, siguen existiendo, por lo que debemos ser más cuidadosos con lo que decimos. El Señor Jesús nos advirtió sobre esto en Mateo 12:36: «Pero yo les digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del juicio».
Los pensamientos pueden provenir de lo que oímos, pero también pueden ser generados por la Palabra de Dios; y estos, por cierto, siempre son lo mejor para nosotros. Por lo tanto, deberíamos meditar en la Biblia a diario y, si es posible, hacerlo a primera hora de la mañana, al despertar, como esa crema de palta que tan bien nos llena el estómago antes del desayuno.
Pero el diablo también habla. Es él quien infunde palabras de duda, orgullo, calumnia, blasfemia y muerte. Siembra lo verde para cosechar lo maduro, como hizo con David: «Entonces Satanás se levantó contra Israel e incitó a David a censar a Israel» (1 Crónicas 21:1). Siembra ideas que nos alejan de Dios.
En última instancia, la decisión de escuchar cada una de estas tres fuentes es nuestra. Sin embargo, también sufriremos las consecuencias de esa decisión.
Todo el que viene a mí, oye mis palabras y las pone en práctica, les mostraré a quién se parece: es como un hombre que edificó una casa, cavó hondo y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino el diluvio, el torrente golpeó contra aquella casa y no pudo moverla, porque estaba cimentada sobre la roca. (Lucas 6:47-48)
Quien escucha la Voz de Dios no se deja intimidar por nada. Te sugiero que tomes esta decisión a diario.
Cristiane Cardoso