Dios ha proporcionado todas las condiciones necesarias para que Su pueblo conquiste la Tierra Prometida. Nos ha dado Su Palabra, Su Espíritu y Su Nombre. ¿Qué más necesitamos? Con esas herramientas nada es imposible en realidad.
Es obvio que Su Palabra, Su Espíritu y Su Nombre no funcionan sin la participación de quien cree en Él. A fin de cuentas, de Dios somos colaboradores. (1 Corintios 3:9)
Es decir, ¡Dios no hará nada en su vida sin su colaboración! ¡De nada sirve orar cuando hay que actuar! Moisés no oró mientras estaba delante del Mar Rojo. ¡Él clamó! Y la respuesta de Dios fue: ¿Por qué clamas a Mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha.” (Éxodo 14:15)
Tal vez el lector esté orando, ayunando y esperando que Dios haga algo. Si ese es su caso, mi querido, ¡olvídese de la solución! ¡Dios nunca va a hacer su parte, así como usted jamás hará la de Él!
Somos socios de Él. ¡Y cada uno tiene que hacer su parte, para que en esta alianza ocurran milagros!
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