Sucedió que cuando el rey ya moraba en su casa, y el SEÑOR le había dado descanso de sus enemigos por todos lados, el rey dijo al profeta Natán: Mira, yo habito en una casa de cedro, pero el arca de Dios mora en medio de cortinas. 2 Samuel 17:1-2
Dios es justo en toda Su plenitud, porque solo Él es capaz de ver lo más profundo del ser humano, sus verdaderas intenciones y deseos. Y en este pasaje, encontramos el motivo por el cual David fue bendecido grandiosamente, pues Dios conocía su interior.
David no pensaba en construir un reino para él, una casa en su honra. Su ambición, su deseo ardiente era implantar el Reino de Dios aquí en la tierra, y por eso anhelaba construir una Casa en honra al Señor Dios, para que en ella Él reinara.
Para David, Israel era el Reino de Dios aquí en la tierra, entendía que el verdadero rey de Israel no era él, sino el Altísimo, y por eso su deseo de hacer que cada día Israel avanzara más y más y se tornara una nación más fuerte.
Lo mismo sucede hoy en día con los verdaderos siervos de Dios. Quieren construir templos en los cuales su Señor y Dios habite y reine, o sea, ¡quieren salvar almas! Por eso, están dispuestos a sacrificar cada día de sus vidas en favor de los perdidos, de los sufridos y desesperados.
No persiguen reconocimiento ni promociones, no quieren sus nombres en una plaquita, no quieren los aplausos, no quieren nada de esta vida, no están preocupados por su futuro ni por su vida, son anónimos para muchos, pero bien conocidos por Dios.
Esparcidos por los rincones del mundo, son hombres y mujeres de verdad, siervos apasionados por la obra que realizan, y por eso nunca desfallecen, pues su único objetivo, mientras viven, es implantar el Reino de su Señor y Dios aquí en la tierra, a través de Su iglesia, y por eso están dispuestos a todo.
Solo los nacidos del Espíritu pueden tener ese deseo ardiente. Por otro lado, los nacidos de la carne, los Lot de la vida, los que miran hacia atrás, están caminando en dirección a Sodoma y Gomorra, pues quieren vivir sus vidas y satisfacer su ego controlado por el diablo…
Que el Señor Dios Altísimo conserve, sustente, levante y fortalezca a Sus verdaderos siervos hasta el regreso del Señor Jesucristo. ¡Amén!
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