El Señor Jesús, en una de las misiones que cumplió cuando estuvo entre nosotros, advirtió a Sus seguidores y a Sus discípulos acerca de las personas falsas. ¿Por qué lo hizo? Ahora bien, en todos los ámbitos de la sociedad hay personas falsas y verdaderas, pero cuando se trata de la parte espiritual, las consecuencias son mucho más graves, porque lo que está en juego es el alma. Por eso, Jesús dijo: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7:15).

Los falsos profetas están a la caza de sus víctimas, de personas de buena fe y los incautos. El Señor Jesús también dijo: “Por sus frutos los conoceréis… Así que todo buen árbol produce buenos frutos, y todo árbol malo produce malos frutos. Un buen árbol no puede dar malos frutos; Ni el árbol malo puede dar buenos frutos” (Mateo 7:16-18). ¿Y cómo sabemos que una persona es de Dios? Incluyo aquí no sólo a los profetas, sino a los líderes religiosos, obreros, pastores, obispos, arzobispos, apóstoles y cualquier título religioso que tenga la persona o el cristiano. Ella pertenece a Dios no porque predique bien, porque sucedan milagros, porque vaya a la iglesia o porque tenga un título religioso. Lo que lo caracteriza como procedente de Dios es, como dijo Jesús: “por sus frutos los conoceréis”.

Cuando se habla de una fruta no se puede fijar sólo en la piel, ya que puede resultar muy atractiva y, aun así, la fruta tiene bichitos, ¿verdad? Cuando comes una fruta y la pruebas, sabes si es buena. De la misma manera, sabemos si una persona es de Dios o no al probar el fruto de su vida. ¿Cómo se saborea el fruto de la vida de una persona? Hay que mirar su carácter, porque una persona de Dios tiene el carácter de Dios: honesta, veraz y valora la justicia. No es perfecta, pero uno de los valores que porta es el de no aprovechar nunca su puesto.

El verdadero hombre de Dios te lleva a conocer a Dios y a independizarte de todo y de todos. Entonces, hay que mirar sus intenciones, su matrimonio, porque para el marido su esposa es su primera oveja y la Biblia dice que quien quiera hacer la Obra de Dios tiene que gobernar bien su casa.

Así que ten cuidado, porque hay mucha fruta podrida por ahí, pero tiene una pinta estupenda. No lo olvides: nadie está libre de fingimiento, pero ten cuidado de no convertirte en un farsante que da apariencia de religiosidad, cuando, por dentro, todavía no perteneces a Dios.

Obispo Renato Cardoso