Una joven en prisión dice en una carta que conocía la Palabra de Dios y asistía a la Iglesia, pero que no tomaba en serio al Señor y Su Palabra. Lleva dos años presa por narcotráfico, con un hijo de un año y en una parte de su relato dice: “esta es mi mayor vergüenza más, pero de la culpa y el dolor salieron las lecciones más grandes de mi vida, porque he vuelto al Señor Jesús”. Esto nos recuerda el pasaje bíblico de Salmo 119:71, que dice: “Bueno me fue ser afligido, para aprender tus estatutos”.
Muchas personas no temen a Dios y, aunque realicen rituales religiosos, conscientemente tienen actitudes equivocadas. Y a través del ejemplo de esta joven nos damos cuenta de que no necesitamos golpearnos para aprender, sino mirar los malos ejemplos y dejar nuestras “bardas de remojo”.
El pueblo de Israel sufrió mucho por no aprender, porque, cuando les iba muy bien, cayeron en la idolatría. Dios, entonces, necesitaba enviar a los enemigos para que ellos miraran a Dios nuevamente y luego, pacientemente, fue eliminando aquellos enemigos.
A veces, el mayor enemigo de una persona es ella misma por querer seguir haciendo su voluntad. Pero, cuando aprenda a someterse a la Voluntad de Dios, allanará su camino, escuchando y poniendo en práctica Su Palabra. Dios nos enseña el camino del buen vivir y, si no queremos aprender a través del bien por medio de la sinceridad, Él nos permitirá tocar fondo. Entonces, si hoy estás perdido por tus elecciones, pero eres sincero, no importa dónde ni cómo estés, da un solo paso hacia Dios y Él vendrá a tu encuentro. No importa lo que hiciste ni cómo te sientes, si quieres tomar la decisión de volver a los caminos del Señor y Él volverá a usted. Aunque estés cosechando lo que sembraste, aprende para no volver a hacer una mala siembra.
Obispo Edir Macedo