Para alcanzar la Salvación es necesario ser ciudadano del Reino de Dios, algo que se caracteriza por el bautismo con el Espíritu Santo. Este sería el sello del pasaporte espiritual para entrar al Cielo.
Cómo ser ciudadano del Reino de Dios:
Hay gente que hace todo lo posible para vivir en un país del primer mundo. Para obtener la ciudadanía estadounidense, por ejemplo, venden todo, se casan con un estadounidense sin siquiera conocerlo, sólo para tener una tarjeta verde y una mejor vida financiera. Para lograr dinero, amor, un sueño material, ponen todas sus fuerzas en ello, lo dejan todo, lo apuestan todo y, muchas veces, pierden.
- El Reino de Dios es espiritual, gobierna, reina la justicia, el Espíritu Santo habita en sus ciudadanos. Hay tribulaciones, persecuciones, pero con la garantía del cuidado del Padre. Es la entrada a la eternidad que comienza en la Tierra. El problema es que cuando decimos que para entrar hay que renunciar a la vida entera, muchas personas se resisten, ponen obstáculos, porque realmente no quieren. Desean los beneficios del Reino de Dios, pero no quieren renunciar al mundo.
Estas personas no reciben el nuevo nacimiento, la Salvación y mucho menos el Espíritu Santo. Al fin y al cabo, para lograr esto es necesario poner toda tu fuerza en superarte a ti mismo y a tus deseos.
- La gente se une a una iglesia física para hacer negocios, resolver un problema, por costumbre, entre otras cosas. Y así viven dentro de la iglesia, pero fuera del Reino de Dios. Esto sucede en todas las denominaciones, incluida la Iglesia Universal. Entiendan que hay dos iglesias: la iglesia institucional, que tiene un sello distintivo y reúne a personas de todo tipo. Y está la iglesia espiritual, que es el Reino de Dios. Por lo tanto, no todos los que están en la iglesia institucional forman parte del Reino de Dios.
Qué hacer con esta información:
Lo primero que debemos hacer es mirar dentro de nosotros, analizar nuestras actitudes, comportamientos, hábitos y comprobar si estos frutos son coherentes con los de alguien que es ciudadano del Reino de Dios. Entonces, responde esta pregunta honestamente: ¿Entraste en Su Reino o simplemente entraste en la iglesia?
Si te das cuenta de que necesitas cambiar y entregarte por completo, hazlo ahora mismo, con una oración sincera. Participa también todos los domingos en la Universal más cercana a tu hogar, para cuidar tu alma y así hacer parte del Reino de Dios.