¿Quién no ha querido empezar de cero? Ser capaz de hacer todo nuevo, diferente, como si fuera posible borrar el pasado y despertar por la mañana como si empezaras tu vida ese día. Todo el mundo ya lo ha deseado. No podemos retroceder el tiempo, pero Dios nos da la oportunidad de nacer de nuevo. ¡Mira qué maravilloso!
Tal vez pienses: “Arruiné mi vida y todo terminó como no quería”. Pero presten atención: Dios, sabiendo que los seres humanos cometerían errores y arruinarían su futuro, les proporcionó una salida, que es hacerlos nacer de nuevo. Así es: empezar desde cero. El Señor Jesús le explicó esto a un hombre llamado Nicodemo, que era anciano y conocedor de las Escrituras, pero que buscaba algo nuevo, y necesitaba repetir el mensaje tres veces para entenderlo. Este Nuevo Nacimiento es la condición para ver el Reino de Dios. Hay muchos mundos y reinos en este mundo: el de la política, el del arte, el de las drogas y el del crimen, pero el Reino de Dios es diferente, es invisible y sólo los que nacen de nuevo pueden verlo.
Cuando Jesús habló de nacer del agua y del espíritu, estaba hablando de arrepentimiento y transformación. El bautismo en agua simboliza la muerte de la vida anterior y el renacimiento a una nueva vida. Es una decisión espiritual entregarse completamente a Dios, dejando atrás todo lo que no sirve.
Si reconoces que tu vida está arruinada, entrégasela a Dios. Decide morir a esta vieja vida. En el bautismo, entierras tu “viejo tú” y naces de nuevo, no del vientre de tu madre, por supuesto, sino de Dios. Este es el Nuevo Nacimiento, una oportunidad para comenzar de nuevo con la ayuda del Espíritu Santo.
El Señor Jesús dijo: “Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6). Entonces, cuando naces de nuevo, el Espíritu de Dios viene a morar en ti y transforma tu vida. Es un intercambio: renunciar a tu vieja vida por la mejor vida que Él puede darte. Acepta esta oportunidad y comienza de nuevo.
Obispo Renato Cardoso