El éxito siempre se rendirá a la disciplina y por eso es el destino de los disciplinados. Y la disciplina es básicamente lo que tenemos que hacer y lo que nos beneficia para dar resultados positivos y lo que debemos hacer repetidamente, independientemente si sentimos voluntad o no.
Cuando miramos las Sagradas Escrituras entendemos que Dios está relacionado con la disciplina, así como el caos, el desorden, la rebelión están relacionados con el diablo, ya que él fue el primer rebelde. Pero, aunque sea el promotor de los conflictos, sabe que para tener éxito también hay que ser disciplinado. Eso es curioso, ¿no? La disciplina es tan poderosa que hasta el diablo tiene que usarla para provocar el caos. Entonces, cuando entiendes esto, te das cuenta de que tienes que trabajar para ser una persona disciplinada. En otras palabras, necesitas identificar las cosas que son buenas para ti e incorporarlas como hábitos.
Por supuesto, no todas las repeticiones traen beneficios, como lo que comentó el Señor Jesús en Mateo 6.7: “Y cuando oréis, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por mucho que hablen, serán escuchados. ”. En este pasaje, Jesús estaba enseñando sobre la oración y hablando sobre la costumbre que tienen muchas personas religiosas de repetir una oración o algún pasaje bíblico muchas veces en sus vidas, como un ritual. Jesús estaba enseñando que Dios no quiere este tipo de oración, sino una sincera y personal, que traiga efectos sumamente poderosos, como se observa en varios casos en la Biblia y como el Padre Nuestro, que nos fue dado como modelo de oración y que tiene muchas disciplinas, como santificar Su nombre en la Tierra, obedecer Sus órdenes como Rey, someterse a Su Voluntad, preocuparse por el hoy y perdonar. En definitiva, Dios enseña buenas disciplinas y repeticiones y también nos advierte de las malas, como una adicción, por ejemplo. En este caso, cualquier tipo de repetición que sea mala para ti debes abandonarla y debes incorporar buenas repeticiones y virtudes que te hagan crecer.
Obispo Renato Cardoso