¿Usted sabe qué sucedía con los cuerpos de las personas que eran condenadas a muerte de cruz – así como nuestro Señor Jesús? ¡Simplemente eran arrojados en un determinado lugar a cielo abierto para que se pudrieran y fueran comidos por los animales, aves y bestias! Aquel que era condenado a muerte de cruz no tenía derecho a un sepulcro ni a un entierro digno. Era una ley que debía ser cumplida.

¿Y por qué esa determinaciónno se cumplió con el Cuerpo del Señor Jesús? ¿Por qué Su Cuerpo no fue lanzado a cielo abierto para que fuera comido por los animales? ¿Por qué los enemigos del Señor Jesús, enemigos de la fe de la Obra de Dios, no pudieron tocarlo y muchos menos arrojarlo al campo para que fuera comido?

La respuesta a tales preguntas está en el pasaje de Juan 19:38-42, que muestra, claramente, la intervención de un hombre que amaba a la Obra de Dios y al Cuerpo de Cristo, llamado José, nacido en Arimatea, una ciudad de Judea. Él era un discípulo del Señor Jesús, miembro del Cuerpo de Cristo, aunque secretamente. Y, además de eso, era un “hombre público” – es decir, un SENADOR. Fue por ese motivo que los enemigos no pudieron tocar el Cuerpo de Cristo y exponerlo al ridículo.

Así como en el pasado, los enemigos del Cuerpo de Cristo (iglesia) quieren tocarla, denigrarla y exponerla al ridículo sin derecho a nada…

Ahora entendemos la importancia de tener y mantener a nuestros José de Arimatea en la vida pública, independientemente de dónde estén y qué cargo ocupen.

Existen algunas situaciones y proyectos de leyes contra la Obra de Dios que solamente los hombres y mujeres de Dios, como José de Arimatea, podrán cuidar, defender e impedir que sean aprobados.

Siendo nuestro sistema político el representativo de ideas, seguimientos y valores, es importante que apoyemos a representantes que comulguen de nuestro pensamiento.

No podemos cerrar los ojos a una realidad, ¡el senador José de Arimatea no cayó en paracaídas en el Senado! José tuvo que ser elegido para que nuevos hombres de Dios llegasen adonde él llegó. ¡Y ahora, ellos tendrán que ser elegidos con su auxilio, o sea, serán sus legítimos representantes!

En otras palabras, el poder de colocarlos donde Dios quiere está en sus manos, eligiéndolos como José de Arimatea fue elegido.

Usted es quien definirá si el Cuerpo de Cristo será expuesto a los lobos o si tendrá el cuidado debido.

Los verdaderos hombres y mujeres de Dios, como José de Arimatea, cuidan la Obra y el Cuerpo del Señor Jesús.

¡Por eso, vamos a levantar al mayor número de José de Arimatea en los días de hoy!