Como su propio nombre lo dice, los girasoles giran de acuerdo a la inclinación del sol, en otras palabras, ellos “persiguen a la luz”.
Probablemente esa parte usted ya la sabía, ¡pero hay otra que tal vez no!
¿Ya se preguntó qué sucede los días nublados y lluviosos, cuando el sol está totalmente cubierto por las nubes?
Interesante esa pregunta, ¿no es así? Tal vez usted haya pensado que la flor de girasol queda marchita y mirando hacia abajo. ¿Acerté? Bueno, ¡está equivocado! ¿Sabe lo que sucede? Ellas se vuelven las unas a las otras para compartir entre sí sus energías.
Es impresionante la perfección de la naturaleza, ahora llevemos esa reflexión a nuestra vida.
Todos nosotros queremos esa luz y la buscamos de diversas maneras: en la familia, en los amigos, en la religión, en el trabajo y así sigue. Pero siempre existen los días nublados, los días de tristeza, ¡pues no hay cómo huir de ellos! En ese momento, la mayoría de las personas queda abrumada, con la cabeza baja y, las más debilitadas, a veces, llegan incluso a deprimirse.
¡La naturaleza tiene tanto para enseñarnos! ¿Qué tal hacer como los lindos girasoles? En el momento del dolor, de la desesperación, de la angustia, mire hacia adentro de usted mismo con total sinceridad y sepa que allá adentro también existe una luz y esa luz puede ser compartida con aquellos a quienes usted ama.
Los sentimientos difíciles y dolorosos que son reprimidos acaban, más tarde o más temprano, transformándose en una enfermedad. ¿Usted quiere esperar a que una enfermedad le acometa para, solo entonces, abrirse a los otros? ¡No quiera tornar las cosas más difíciles! ¡Vea a los girasoles! Ellos no piensan: “El sol se escondió, entonces voy a quedarme aquí triste, cabizbajo, esperando a que vuelva…”
¡Nada de eso! En el mismo momento, ellos accionan su luz interna y comparten con los demás…
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