Muchos no saben que la salida del sufrimiento es por la puerta del arrepentimiento, es decir, para dejar de sufrir hay que arrepentirse. Muchos se preguntan: “¿Por qué sólo he sufrido derrota tras derrota? ¿Por qué mi vida es tan atribulada?
Cuando miramos la historia de la Humanidad, entendemos que el sufrimiento entró en el ser humano por la puerta del pecado. Los seres humanos vivían en el paraíso, donde no había dolor enfermedad, peleas, robos, asesinatos ni muerte. Todo lo bueno abundaba, pero por el error y la desobediencia comenzó el sufrimiento. Los problemas empezaron a destruir la vida del hombre y empezó a sufrir. Y por eso hoy muchos llevan dentro de sí un pecado, ya sea oculto o abiertamente.
Esto no significa que Dios castigó a la persona, sino que sus propios pecados la castigaron. Somos siervos de quienes obedecemos. Si obedeces a Dios, estás bajo Su protección y el diablo no puede tocarte. Pero, si desobedeces a Dios, ya no estás bajo Su autoridad y el diablo entonces tiene libre acceso para hacer lo que quiera y luego viene el sufrimiento.
Hay enfermos que buscan una cura en terapias o en medicamentos, pero la cura no puede llegar antes que el perdón. Cuando Jesús iba a sanar a alguien, por ejemplo, primero lo perdonó, como en el caso del paralítico (leer en Mateo 9).
Entonces, si tienes ansiedad, miedo o estás siempre al límite, este pecado te quita la paz, pero te aterra ser descubierto. El rey David dijo en el Salmo 32:3: “Mientras cubría mis pecados, mis huesos se pudrieron”. En otras palabras, te sientes podrido por dentro. Pero hay una salida, llamada arrepentimiento, y sin ella no hay Salvación. Entonces, reconozca sus errores y deje de justificarse, busque confesar a quién le debes la confesión, mira si puedes reparar el error, abandónelo y, finalmente, cambia tu comportamiento. Si pasa por la puerta del arrepentimiento, que es estrecha, habrá libertad en su espíritu, cuerpo y alma. Pero, si continúa en el error, entonces, desafortunadamente, usted se pudrirá y perderá su alma.
Obispo Renato Cardoso
La puerta de salida del sufrimiento