El Espíritu de Dios es Quien nos guía a toda Verdad y, por lo tanto, nos guía a una vida de calidad. Él nos da dirección y es de gracia. Lo difícil, sin embargo, es que la persona acepte Su Palabra y la ponga en práctica. ¿Por qué sucede? Porque hay un mal que actúa sobre las personas, un espíritu maligno que las pone nerviosas, ansiosas y oprimidas. Dios da dirección a una vida de paz y el diablo da dirección a una vida de confusión y placeres que no satisfacen. Y ésta, infelizmente, es la situación de la mayoría de las personas. Hasta que no tengan la guía del Espíritu Santo, no sabrán qué hacer con sus vidas, perderán tiempo, dinero, paz y siempre estarán angustiados.
El profeta Isaías, dirigido por el Espíritu Santo, dice que Dios no deja en paz a los malvados, excepto cuando se vuelven a Él (Isaías 48,22). Esto significa que mientras una persona esté alejada de Dios, no tendrá paz. Esta Paz es Él Quien la da a quienes escuchan Su voz.
El salmista dice que “mucha paz tendrán los que aman tu ley, y no habrá tropiezo para ellos” (Salmo 119.165). En otras palabras, no hay tropiezo para quienes aman la Palabra de Dios, quienes aman la Voz de Dios, quienes lo siguen, lo obedecen y cosechan los frutos de esta obediencia.
Jesús, antes de entrar a Jerusalén, lloró porque sabía el sufrimiento que vendría a Jerusalén y quería evitarlo, pero ¿cómo podría hacerlo si la gente no quería seguir sus consejos? Lo mismo ocurre hoy: ¿cómo puede una persona tener paz si el Príncipe de Paz está ausente de su vida? Por lo tanto, si queréis tener paz, escucha la Voz de Dios y síguela. Si oyes la Palabra de Dios y la pones en práctica, tendrás gran paz, porque Él, el Príncipe de Paz, el Espíritu de Paz, reinará dentro de ti.
Obispo Edir Macedo