Dejar atrás las creencias para vivir la fe descrita en el Texto Sagrado requiere coraje. Esto es evidente en cada historia narrada en el Antiguo Testamento y en las enseñanzas del Nuevo Testamento. Pero si antes la Palabra se transmitía a través de un intermediario —como Moisés o los profetas, y más tarde, los escribas y fariseos— cuando el Señor Jesús dijo: «Consumado es» (Juan 19:30), ahora tenemos acceso directo a Dios Padre.
Incluso hoy, Dios usa a las personas para ayudar, exhortar y guiar; su Palabra contiene todo lo que necesitamos. Si hablamos con Dios al orar y al leer la Biblia, lo escuchamos hablarnos directamente. Pero aún hay personas atrapadas en la religión porque dependen de hombres y mujeres como intermediarios, y fue para oponerse a esto que se libró una lucha hace más de 500 años.
Una protesta y una reforma
Corría el año 1517 cuando, el 31 de octubre, Martín Lutero acudió a la iglesia de Wittenberg, Alemania, y fijó en sus puertas las “95 tesis” que cuestionaban las indulgencias impuestas por la Iglesia católica a los cristianos –es decir, las “penas” que debían pagarse a cambio del perdón, ya fuera por una penitencia terrenal o por el supuesto tiempo en el purgatorio después de la muerte– y los demás aspectos de la doctrina católica que iban en contra de las Escrituras, además de sugerir la necesidad de una enseñanza religiosa más acorde con la Palabra de Dios.
Fue en un acto de coraje contra la religiosidad que comenzó este movimiento de reforma. Comprender esto es fundamental para que los cristianos comprendan cómo la fe cristiana regresó a sus raíces bíblicas. «La Reforma señaló verdades que liberan de la religiosidad, destacando ‘Solo Dios, solo la fe y solo la Escritura’. Al comprender esta historia, aprendemos el valor de la libertad espiritual, a permanecer vigilantes contra las enseñanzas distorsionadas y a preservar este logro. Comprender la Reforma Protestante es comprender cómo Dios usó a hombres y mujeres valientes para restaurar la verdad del Evangelio»,
Lutero pudo comprender la verdadera fe porque no se limitó a los dogmas transmitidos por la Iglesia y porque acudió directamente a la Fuente. Incluso fue responsable de traducir y difundir la Biblia completa por toda Alemania (alrededor de 1530), asegurándose que más personas tuvieran acceso directo a la Palabra de Dios sin intermediarios.
Sin religiosidad
Cuando meditamos en la Palabra de Dios, tenemos la oportunidad de recibir su guía directa. Esto nos libera de la dependencia de personas o tradiciones, nos lleva a una verdadera comunión con Dios y nos impulsa a ser verdaderamente fuertes espiritualmente, sin depender de nadie más que de nuestra propia comunión con Dios.
Al asegurar el acceso directo a Dios, el Señor Jesús no abolió la importancia de la iglesia de enseñar, acompañar y exhortar, sino que dejó claro que debemos estar atentos para no ser engañados por los falsos profetas y sus enseñanzas (Mateo 7:15-20). Por eso la Reforma Protestante es tan importante para los cristianos: porque no solo se comprometió a advertir sobre dogmas y doctrinas contrarios a la Biblia, sino también a difundir el Evangelio a toda criatura, recordándonos que tenemos acceso directo al Padre y a su Palabra para leer, meditar y tener la valentía de ejercer la fe y obedecer lo que el Señor enseña.
La Reforma, de hecho, no inició una nueva cosmovisión cristiana, sino que nos devolvió al cristianismo que el Señor Jesús vino a propagar.
En la Reforma, el cristiano debe tener la Santa Biblia como fuente de dirección y vida, convirtiéndola en la base de su fe.
Cinco Solas
El protestantismo se fundamenta en cinco pilares que enfatizan la autoridad de la Palabra de Dios, la importancia de la fe, la salvación como don gratuito e inmerecido, el reconocimiento del Señor Jesús como Señor y Salvador e Intermediario supremo, y que toda la gloria pertenece exclusivamente a Dios. Las cinco «solas» que resumen el pensamiento de la Reforma Protestante son:
- Sola scriptura (Sola Escritura)
- Sola fide (Sólo fe)
- Sola gratia (Sólo gracia)
- Solus Christus (Solo Cristo)
- Soli Deo gloria (Sólo a Dios sea la gloria)







