El Espíritu Santo es el guía que el Señor Jesús nos prometió para guiarnos a toda verdad. Subió al cielo, se sentó a la diestra del Padre, pero no nos dejó huérfanos y envió al Espíritu Santo. Quienes lo tienen reciben discernimiento y comprensión para adoptar la verdad en sus vidas. Los que no lo tienen quedan como una hoja arrastrada por el viento de un lado a otro sin ninguna seguridad.
Es el Espíritu Santo, de hecho, quien nos da discernimiento para detectar el espíritu engañador y sus ideas, pensamientos y acciones. Él nos da las condiciones, de este modo, para evitar tropiezos, caídas, abandonos y apostasía de la fe.
El Señor Jesús dijo: “Pero que vuestra palabra sea: Sí, sí; No, no; porque lo que está más allá de esto del mal procede” (Mateo 5:37). ¿Cómo vamos a detectar si algo es verdadero o falso? Del discernimiento que recibimos del Espíritu Santo. Sólo Él puede iluminar nuestro entendimiento para que podamos elegir lo correcto y evitar lo malo.
¿Sabías que cada palabra que hablamos queda grabada? No muere ni desaparece, tal como dijo Jesús: “Porque por vuestras palabras seréis justificados, y por vuestras palabras seréis condenados” (Mateo 12:37). Dijo que seremos condenados o justificados dependiendo de la palabra que hablemos. Esto significa que, cuando “Digamos palabras sin sentido”, aquella conversación, nosotros vamos a dar cuentas de ella.
¿Alguna vez has notado que en la Biblia el Señor Jesús dice varias veces la expresión “de cierto, de cierto os digo”? Lo hace para fortalecer la idea de la verdad, porque es lo único que nos protegerá de todo mal. Cualquier desliz, cualquier desvió, hacia la mentira, hacia el engaño, es del diablo. Así que sed prudentes en abrir la boca según la Voluntad de Dios y no según la mentira.
Obispo Edir Macedo