Los seres humanos se creen autosuficientes y las mujeres sufren aún más por esto porque son vistas como capaces de realizar varias tareas al mismo tiempo y además equilibrar diferentes jornadas en un solo día: trabajar, cuidar a sus hijos y a su familia, mantener la casa limpia y organizada, cocinar, estudiar y cuidar de sí misma y de su vida espiritual. En este contexto de gestionarlo todo, muchas se sienten abrumadas e incluso desean que alguien venga a ayudarlas. Así, empiezan a esperar a que alguien adivine sus deseos –lo cual es muy difícil, ya que nadie tiene una bola de cristal– y tienen miedo de pedir ayuda.
Viviane Freitas compartió en su blog que muchas veces la actitud de pedir ayuda termina siendo vista como una humillación: “pedirle algo a alguien lo hace sentir humillado. Y muchas veces, porque piensas que la persona no responderá o no se preocupará por tu solicitud, terminas ni siquiera preguntando.
El Señor Jesús contó la parábola de una persona que vino a su amigo a medianoche pidiéndole tres panes y no obtuvo respuesta, pero afirmó que las molestias harían que el amigo le ayudara (Lucas 11.5-8). Al fin y al cabo, no nos importa pedir comida en un restaurante, pedir ropa de la talla correcta en la tienda o llamar a los servicios de emergencia en caso de accidente. Esto sucede de forma instintiva, pero entonces ¿por qué en algunos casos el acto de pedir ayuda parece quitarte una parte de ti? Jesús terminó la parábola enseñando: “Pedid, y se os dará; busca y encontrarás; llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe; y el que busca encuentra; y al que llama, se le abrirá” (Lucas 11:9-10).
Persiste de la manera correcta
En ocasiones, tu pedido de ayuda puede estar relacionado con una tarea del hogar, con las finanzas, con una situación laboral o incluso estar vinculado con un problema de salud, algo en la familia o tu condición espiritual. Y, aunque existe la idea de que el acto de pedir ayuda es una humillación, la verdad es otra: es una actitud de humildad, especialmente cuando esta petición va dirigida a Dios.
Viviane destaca que cuando la Palabra habla de pedir, buscar y llamar, se refiere a la persona que cree, porque tiene la iniciativa de acudir a Dios cuando necesita ayuda y no tiene miedo de buscarlo, por eso llama, insiste. , ora y habla con Él: “¿Has hecho esto? Porque, si has hecho esto, tienes que tener resultados, tu fe se desarrolla, no te quedas estancado en el tiempo, no te conviertes en una persona religiosa, que tiene información de Dios, pero que vive lejos de las promesas de vida que Él tiene para ofrecer”, evaluó. “La cuestión no es que Dios no te escuche, la cuestión es si tú has hecho esta parte de pedir, buscar, tocar, insistir. Echarle la culpa a Dios es más fácil, pero si identificas tu error y lo corriges obtendrás el resultado que necesitas”, concluyó.