Cuando comprendes el motivo que te lleva a hacer lo que haces, podrás fortalecer tus virtudes y trabajar tus defectos. En Proverbios 14:10 está escrito que “el corazón conoce su propia amargura”, es decir, cuando estés triste, abrumado, estresado y te preguntes “¿por qué estoy así?”, sabrás cuál es la respuesta. Quizás descubras que el origen de tu tristeza proviene de una frustración muy grande, como muchas personas que, aunque no piensen en el problema, lo ven desbordarse en su interior de manera sutil a través de un comentario, una mirada, una decisión o un desánimo.
¿Por qué tienes que conocer, entonces, la raíz de tu amargura? Para que usted la pueda cortar y hay formas efectivas de lidiar con eso. Puedes perdonarte a ti mismo, hacer las paces con tu pasado, aprender tus lecciones, decidir no repetir los mismos errores y convertirte en una persona más fuerte.
En Proverbios 14:18 está escrito: “la sabiduría del hombre prudente es entender su camino”. Esto significa que necesitas entender por qué haces las cosas que haces. Pregúntate: “¿Por qué soy una persona nerviosa? ¿Por qué tengo miedo de tomar decisiones? ¿Por qué me siento ansioso? En otras palabras, el sabio, el prudente, busca comprender su camino observándose a sí mismo. En otra parte del Texto Sagrado, Dios nos llama a esto, cuando dice, en Hageo 1,7: “considerad vuestros caminos”. Considerar es una actitud de la mente y no del sentimiento. No se trata de sentir esto o aquello, sino utilizar tu poder de análisis y autocrítica. Todos tenemos cualidades y defectos y entender tu camino es bueno para que identifiques qué haces bien y qué necesitas mejorar.
¿Todavía puedes tomarte cinco minutos hoy para obtener un gran beneficio para toda tu vida? Mirarás tus caminos, dejarás tu celular a un lado, agarrarás un papel, un bolígrafo y escribirás esta pregunta: “¿qué he estado haciendo, cómo he estado y qué hay de mí que se puede mejorar?” Habla con Dios: “Dios mío, muéstrame lo que necesito mejorar”. Escribe los números uno, dos y tres a continuación y tendrás al menos un punto que identificarás. Y una vez que entiendas claramente cuál es ese punto, pídele ayuda a Dios y conviértelo en la misión en la que trabajas todos los días. Si haces algo al respecto, verás el resultado en tu vida.
Obispo Renato Cardoso