«Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda Tus estatutos.» Salmos 119:71
El salmista aprendió que la aflicción sirve para conocer más a Dios. Sirve para ser moldeado, para vivir en la dependencia de Dios, reconociendo que no debe depender de nada y de nadie, pura y exclusivamente de Dios.
Vea que nadie quiere ser contrariado, nadie quiere pasar por tempestades o tribulaciones, pero son necesarias para conocer la Palabra de Dios, la Voluntad de Él.
Es así que se forman los hijos de Dios, no es en la teoría y sí en la práctica a través de las tribulaciones.
De alguna forma todo coopera para aquellos que aman a Dios. Es común que, en un momento doloroso, las personas reclamen, lamenten, murmuren y cuestionen: ¿por qué?
El salmista fue usado para escribir, gracias a la sabiduría y a la dirección del Espíritu Santo, que, al sufrir en este mundo y estar afligidos, vamos hasta Dios.
Muchos llegan hasta el Señor Jesús afligidos y abatidos y, por estar con dolor buscan ayuda en Él, y así conocen Su Palabra, que trae vida.
Dios, en Su Grandeza, Permite que pasemos por aflicciones para que curvemos nuestra cabeza, doblemos nuestras rodillas y digamos:
«-Señor, Ten compasión de mí».
El Señor Jesús Vino al mundo para hablar y salvar a quienes están afligidos, heridos, cansados y que son despreciados por la sociedad.
Entonces, cuando usted esté sufriendo, recuerde: Jesús Vino para los que sufren, sean los enfermos, los afligidos, abandonados, etc. Por lo tanto, si usted está en sufrimiento, sepa que Él está pronto para entrar en su corazón y solamente usted puede permitir que Él Entre y Haga la Obra que Él Tiene planeada para usted.
«Invócame en el día de la angustia; Yo te libraré, y tú Me honrarás.» Salmos 50:15
Dios ya Sabe lo que necesitamos, pero, al hablar de nuestros problemas y Pedirle lo que deseamos, sucede la manifestación de la fe y la confianza en Él.
Cuando usted Lo invoca de todo corazón para escuchar Su Voz, aunque usted sea el ser humano más pecador de esta Tierra.
Ese es el secreto de la fe, que no es apenas para ganar, sino también para perder, comenzando con la vida vieja, para ganar una vida nueva.
Es cuestión de dejar la vida vieja, la vieja criatura y rendirse al Señor Jesús para que Él Transforme todo el interior Haciendo todo nuevo.
Pr. Claudene
Piense en eso.