A lo largo de los 47 años de la Iglesia Universal, muchas personas conocieron al Señor Jesús, sin embargo, con pesar, debemos reconocer que muchas otras se alejaron de Él. Hay quienes se alejaron por la malicia, los malos ojos o porque sintieron injusticia ante una situación. También hay quienes se distanciaron de Él por no estar de acuerdo con los mensajes que se predicaron. Además, están aquellos que se apartaron por la mera curiosidad de querer conocer el mundo. También existen los que se alejaron porque se decepcionaron con alguien o incluso con el propio Dios, por no haber recibido la bendición que tanto buscaban. Y, lamentablemente, están los que se distanciaron porque vieron o escucharon algo que los hirió profundamente, y, en esos casos, la persona que ocasionó ese dolor fue un pastor o un obispo que, por un error no intencional, se convirtió en una piedra de tropiezo.

Aunque esos errores cometidos por el cuerpo eclesiástico no hayan sido intencionales, pueden haber alejado a muchos de la iglesia y, en consecuencia, de la Presencia de Dios, como está escrito: “Ovejas perdidas ha venido a ser Mi pueblo; sus pastores las han descarriado…” (Jeremías 50:6). De esta manera, muchos de los que se alejan terminan cediendo a las tentaciones del mundo, lo que crea un abismo entre ellos y el propio Dios. Algunos han caído en los vicios, la criminalidad, la prostitución y en cualquier otro pecado que antes era inimaginable, porque comenzaron a pensar que ya no había solución, un pensamiento que no podría ser más erróneo.

Nunca…

Muchos no logran regresar a la Iglesia debido al rencor que llevan consigo y a las heridas que aún no han sido capaces de sanar por sí solos. También hay personas que encuentran algún tipo de obstáculo para volver, como vergüenza, temores o dudas. Sin embargo, la alegría de estar nuevamente en Sus brazos supera cualquier barrera que haya existido.

Por lo tanto, independientemente de lo que haya llevado a la persona a alejarse de la Presencia de Dios, lo que necesita es un sincero pedido de perdón. Después de todo, el perdón es como un bálsamo para el alma, para quien lo ofrece y, especialmente, para quien lo acepta. Por eso, por primera vez en la historia de la Universal, el fundador de la iglesia, el Obispo Edir Macedo, les escribió una carta abierta a todos aquellos que alguna vez estuvieron entre nosotros y que hoy llevan el título de “apartados” y, en algunos casos, de “ex” también. Leé la carta a continuación.

Este pedido viene acompañado con una invitación: el 29 de septiembre será el Domingo del Reencuentro 09:30H en todas las Iglesias Universal . Entonces, no importa lo que hayas hecho o estés haciendo porque te has alejado de la Presencia de Dios, sino lo que sucederá de ahora en adelante. Dios te espera con los brazos abiertos y sin juicios para que desde ahora en adelante puedas comenzar una nueva historia. Si usted acepta este pedido del perdón, esté con nosotros en esta fecha especial.