Dios sabe todas las cosas. Él logra ver todo, aunque sea invisible o por más escondido que pueda estar. Al contrario de nosotros, que solo podemos tener el pleno conocimiento de algo si esto está en el campo físico, como nosotros lo estamos. Es por eso que usted no necesita probarle su fe a Dios – Él ya sabe exactamente cómo es. Pero usted necesita probarse su fe a usted mismo – porque nunca sabrá cómo es hasta que la materialice.
Cuando Dios le pidió a Abraham que Le entregara a Isaac en sacrificio, Él sabía que Su siervo sería capaz de entregarle a su hijo, pero era necesario que el propio Abraham lo supiera también. Era necesario que él tomara conocimiento de su fe, pues solo así sabría que las bendiciones serían una reacción de Dios a su actitud. Entonces, finalmente entendería que todo lo que le gustaría que sucediera en su vida dependía exclusivamente de él. Abraham solo descubrió su potencial y lo que era capaz de provocar cuando materializó su fe.
Nosotros solo conocemos la fe que existe en nuestro interior cuando la exteriorizamos por medio de una actitud. Y solamente cuando existe esa actitud, cosechamos los frutos, y podemos notar que son resultados de lo que hicimos – una reacción de Dios a nuestra acción. Es entonces cuando descubrimos que todo lo que queremos depende de nosotros – y no de Dios. Pasamos a estar conscientes de nuestra participación y del poder que existe en nuestro interior.
Las personas que están con los brazos cruzados esperando a que Dios haga algo por ellas son justamente las que no materializan la fe. Estas optan por mantener su creencia guardada dentro de sí – y, así como su fe, sus sueños también permanecen dentro de ellas, sin realizarse en el campo material. Si Dios les respondiera solo por el hecho de conocer la fe que existe en su interior, entonces nunca sabrían que sus vidas dependen de sí mismas, y ni siquiera harían su parte – si ya no la hacen sin la respuesta de Dios, imagínese si fueran respondidas.
La forma en la que Dios trabaja es perfecta e inteligente. Él quiere que sepamos lo mismo que Él sabe, por eso nos invita a materializar la fe. Dios logra ver todo nuestro potencial, y no solo quiere hablar con nosotros sobre este: Él quiere que alcancemos a verlo también de forma física, concreta e irrefutable.
Después de probarse a sí mismo la propia fe, es imposible dejarse quebrantar por lo que quiera que sea. Dios sabe cómo es ella, pero usted no. Es por eso que Él lo invita a descubrirla. Ahora, la decisión es suya: ¿va a materializarla y a cosechar los frutos o a esconderla para morir esperando?
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