El aliento de la vida, aliento del Espíritu o soplo de Dios muestra la acción Divina que hizo que la imagen de Adán sea alma viviente. Sucedió en el jardín del Edén, principio de la humanidad. Y el Mismo Espíritu opera en los días actuales el nuevo nacimiento, el nacimiento del agua y del Espíritu. La diferencia es que la imagen adámica hoy son los muertos en los delitos y pecados. Cuando estos oyen y obedecen la Voz de Dios (Sagrada Biblia), reciben el aliento (Fe) del Espíritu, entonces resurgen en forma de espíritus vivificantes (1 Corintios 15:45), según la imagen del Señor Jesucristo.
Al maestro de la religión judaica el Señor Jesús le dijo:
A través del apóstol, el Espíritu Santo explica esta transformación:
El oxígeno que dio aliento al primer hombre para volverlo alma viviente es el mismo oxígeno que genera a los nacidos del Espíritu Santo para volverlos celestiales. O sea, la fe que viene por el oír la Palabra de Dios.
Delante de lo expuesto, quedan las preguntas:
¿El lector nació del agua y del Espíritu? Es decir, ¿nació de nuevo?
¿Es criatura celestial o continúa siendo terrestre?
Si el lector muere hoy, ¿tiene certeza de su Salvación?
Pues el apóstol concluye: