La Biblia es un libro de preciosismo contenido, y quien verdaderamente valora su vida, valora también las Escrituras Sagradas.
No es una Obra de difícil comprensión, como muchos piensan. Sin embargo, como su conocimiento es de naturaleza espiritual, está accesible a aquellos que reverentemente creen en su enseñanza y desean, sobre todo, obedecerlas.
No es necesario tener una formación teológica para entender y disfrutar de ese Tesoro, pues sino, el objetivo de Dios en dejar Su Palabra para nosotros se habría perdido, una vez que poquísimas personas tienen acceso a un seminario.
Creo que todo cristiano debería tener sed de aprender más sobre la Palabra de Dios, pero no con objetivos oscuros, como tener un entendimiento que nadie más en el mundo tuvo, sólo para presumir. Digo esto porque es común, en el medio religioso, ver personas buscando conocimiento bíblico, con el fin de ser admiradas. Hay otros que quieren fundamentar sus propios pensamientos y, para ello, buscan presupuestos teológicos para establecerlos como verdad.
Pero, si su intensión en leer la Biblia es correcta, sepa que usted tiene a Dios, Su Autor, listo para darle la sabiduría necesaria.
Al lector de las Escrituras cabe también el entendimiento para ver que existe una gran diferencia entre leer un salmo o una porción del Evangelio. O incluso, leer una genealogía o una carta de Pablo.
Otra herramienta útil para ayudarnos a aprender es buscar el sentido de cada palabra. Además, intentar hacer las preguntas correctas al Texto leído. Por ejemplo: “¿En qué contexto se dio este hecho?”; ¿”Quienes son las personas involucradas en la narrativa?” etc. Teniendo esas respuestas, será más fácil comprender lo que Dios dijo en aquella época y lo que quiere decirnos ahora. Con ese cuidado, incluso el más simple estudiante logrará hacer una exégesis y hermenéutica de las Escrituras.
Para finalizar, quiero compartir con ustedes una frustración que tengo al ver que gran parte de nuestra generación está condicionada a leer apenas “cajita de promesas” o el versículo del día, que es notificado por las aplicaciones de celular. Claro que creo que el Espíritu Santo puede hablar por medio de una sola frase. Yo misma ya me quedé días meditando en un solo versículo, pero esto no significa que las personas no deban leer la Biblia de forma contextualizada. Es muy importante la lectura de mayores porciones del Texto, pues además de ser algo extremadamente placentero, dará a usted una comprensión mucho más amplia de la voluntad de Dios.
Una sugerencia: elija un libro y comience a leerlo desde el principio al fin. Haga esto de forma secuencial, es decir, versículo por versículo. En algunos casos, ignore las divisiones de los subtítulos, pues así la historia podrá incluso fluir mejor.
Hasta su próxima lectura, medite (quédese pensando) sobre lo que usted leyó anteriormente. Esto traerá una transformación increíble para su interior, pues es imposible leer la Biblia con reverencia y no ser transformada por ella.
¡Después, cuénteme su experiencia en los comentarios !