El final del capítulo 8 del libro de Proverbios contiene una lección de sabiduría muy preciosa, especialmente para aquellos que están confundidos sobre el resultado de su vida. Siempre has luchado por alcanzar el éxito y la alegría, pero solo encuentras derrota, dolor y tristeza. Pero los versículos 34, 35 y 36 dicen: “Feliz el hombre que me escucha, velando cada día a mis puertas, esperando en los postes de mi puerta. Porque el que me encuentre, hallará la vida y alcanzará el favor del Señor. Pero el que pecare contra mí, se dañará su propia alma; todos los que me odian aman la muerte.” Lo que esta Palabra de Sabiduría está diciendo es que hay una paradoja que aqueja a la Humanidad: cuanto más busca el ser humano el placer, más dolor encuentra.

El ser humano asume que su objetivo en la vida es ser feliz y crea eslóganes como: “lo importante es ser feliz”. En base a esto, las personas buscan la felicidad en los placeres de la vida: una pasión ardiente, una relación relámpago, cuando se entregan a cualquiera en una discotecfel, y luego viene el dolor del rechazo. A raíz del dolor, piensan que si tienen mucho dinero serán felices y emprenden una búsqueda desenfrenada de dinero. Y así hasta se meten en esquemas ilícitos, alguien les muestra cómo ganar dinero aparentemente fácil, creen y caen en una estafa. Al final, terminan perdiendo todo lo que han invertido y quedándose estancados.

La verdad es que la búsqueda del placer trae dolor y la búsqueda de la felicidad trae sufrimiento. Lo que realmente trae alegría, paz y placer está escrito en el versículo 33: “Oye la corrección, y sé sabio, no la rechaces”. La corrección es disciplina, es decir, necesitas imponerte reglas en cuanto al uso del dinero, tus relaciones, tu trato con personas del sexo opuesto, por ejemplo.

Si alguien quiere escuchar, aprenderá acerca de la sabiduría que hay en la Palabra y tendrá éxito. Sin embargo, si alguien quiere ignorarlo, está enamorado de la muerte.

Obispo Renato Cardoso