La Biblia cuenta que el rey Acab tuvo una trayectoria de vida desastrosa. Y, además, llevó al pueblo de Israel a la ruina con él. Y el origen de esta triste historia fue un matrimonio equivocado (1 Reyes 16:29-31).

El cuadro general:

  • Acab, cuando se convirtió en rey en lugar de su padre, comenzó a hacer todo mal por una decisión. Fue una decisión equivocada que tomó, que fue casarse con una princesa de una nación vecina. Es bien sabido que los reyes hacían esto, hacían alianzas con las naciones a través de matrimonios
  • Entonces Acab se casó con Jezabel, que era del pueblo sidonio.
  • También aprendimos una lección preciosa: ten cuidado con quién te juntas, con quién te casas. No solo con ‘quién’ (literalmente, en términos de ‘persona’, porque el que se casó mal sabe de lo que hablo), sino que pensemos también en ‘matrimonio’ ​​en el sentido más amplio de la palabra.
  • En otras palabras, no solo un cónyuge puede ser un problema en tu vida, sino también una mala amistad, un mal socio en un negocio profesional, una mala propuesta, una mala idea, entre otras situaciones.
  • La Biblia dice que cuando nos casamos, nos convertimos en ‘uno’ con esa persona. Cuando te casas con una idea, te posee. Esa idea pasa a ser usted.

Que hacer:

  • “Tienes que mirar a quién te has estado entregando. Que has aceptado en tu vida, casándote con eso, a quien te has entregado. Porque esto ha sido parte de ti. Y si aquello con lo que te has casado es malo, traerá consigo (como Jezabel trajo el culto a Baal a Israel) todo lo malo en tu vida. Así que tal vez te has unido con ideas, lugares, personas, actividades, pasatiempos, ideologías que te traen una enfermedad. Al principio pensó que había hecho un trato excelente, como Acab, pero luego seguramente se arrepintió amargamente. Si tienes una ‘Jezabel’ en tu vida y quieres ‘divorciarte’ de ella, dale tiempo. Estoy hablando del mal, no del matrimonio literal. Hablo, en sentido figurado, de ‘matrimonio’ ​​con cosas que trajeron desgracia a tu vida, como el pecado, los vicios, y las malas amistades.
  • Por lo tanto, puedes abandonar las actitudes equivocadas ahora mismo y arrepentirte. Sométete a la Voluntad de Dios para tu vida. Pídele una nueva oportunidad y haz un pacto con Él.