Un juez puede obligar a un exmarido a pagarle la pensión alimenticia a su hijo, pero no puede obligarlo a volver a los brazos de su esposa. Sin embargo, Dios puede transformar a ese hombre haciendo de él un padre y esposo presente y amoroso y, de esta manera, restaurar ese hogar.
La justicia humana tiene el poder de poner en libertad a una persona que está presa, pero solamente la Justicia de Dios es capaz de liberarla de los vicios, de la delincuencia, de transformar su carácter y hacerla un ser humano de bien, dándole no solo la libertad física, sino, sobre todo, la espiritual.
Mientras la justicia terrenal es limitada e imperfecta, la Divina es ilimitada y perfecta. ¿A cuál de ellas ha buscado usted?
Quizás, ya compareció varias veces delante de los tribunales humanos y no obtuvo la justicia completa que buscaba. Y no la podría obtener, ya que existe solo un lugar capaz de ofrecérsela: el Trono Divino.
¿Pero cómo llegar delante del Trono de Dios? Job tampoco lo sabía.
“Hoy también hablaré con amargura; porque es más grave mi llaga que mi gemido.
¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios!
Yo iría hasta Su tribunal. Expondría mi causa delante de Él, y llenaría mi boca de argumentos. Yo comprendería las razones de Su réplica, y entendería lo que me dijera.
¿Contendería conmigo con grandeza de fuerza? No; antes Él me atendería...” (Job 23:2-6).
Job tenía fe, era un hombre íntegro y recto, era temeroso a Dios y se apartaba del mal.
El obispo Edir Macedo destaca que Job tenía un carácter tan ejemplar que el propio Dios lo exaltó delante del diablo: “…no hay otro como él en la tierra…” (Job 1:8).
No obstante, él conocía a Dios solo por haber escuchado hablar. “Ese era su gran problema, que no deja de ser el problema de la mayoría de las personas. Son honestas, íntegras, se desvían del pecado, tienen vidas moderadas, no le hacen mal a nadie, pero, desafortunadamente, por esa autojustificación, no son libres”, destaca el obispo.
Muchas personas a causa de esta justicia propia, no buscan la Justicia de lo Alto y, consecuentemente, sus vidas no son transformadas. Ellas creen que sus buenas obras, por sí solas, se encargarán de justificarlas. Pero eso no es suficiente.
El lugar de la Justicia
“Hoy también hablaré con amargura; porque es más grave mi llaga que mi gemido.
¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios!
Yo iría hasta Su tribunal. Expondría mi causa delante de Él, y llenaría mi boca de argumentos” (Job 23:1-4).
Cuando Job entendió de dónde vendría la Justicia Completa, él usó su indignación para luchar con Dios a favor del cambio que necesitaba. Sin embargo, eso solo sucedió porque él reconoció quién era el Altísimo: “De oídas Te había oído; mas ahora mis ojos Te ven” (Job 42:5).
Solamente a partir de allí Job supo en dónde buscar y encontrar la Justicia perfecta y completa y obtener la restauración de su vida, de su salud, familia, de sus bienes y de todo lo que se le había quitado: en el Trono del Altísimo.
Alcance el favor del juez
“Y usted, ¿cuál es la causa de su amargura e infelicidad? ¿Qué es lo que le ha impedido ser exitoso y realizado en todos los aspectos? ¿En dónde ha puesto su confianza? ¿En la justicia humana, que es imperfecta e incompleta, o en la Divina, que es perfecta y completa?
Un pedido puede ser presentado en cualquier lugar, pero una queja se presenta ante un tribunal. ¿En dónde y a quién le ha presentado la suya?
Job tenía una queja, como todos los que sufren injusticias. Sin embargo, él tardó en entender que podría presentarla delante del Altar de Dios para tener la solución tan deseada. Pero, hoy, nosotros los cristianos, sabemos el camino.
Quizás hasta este momento usted haya ido desde especialistas, abogados hasta familiares y amigos y nadie le puede ayudar. El próximo 17 de septiembre, tendrá la oportunidad de colocar la situación de injusticia que usted está viviendo en el Trono de Dios: el Altar.
El tribunal humano exige testimonios, el Divino, pruebas. Las palabras mienten, los testimonios se corrompen, pero las pruebas no pueden refutarse. No hacen falta testimonios.
¿Su queja estará acompañada de palabras o de pruebas?
Son las pruebas presentadas en el Altar las que determinan en cuál tribunal usted comparecerá y quién juzgará su causa.
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