La duda divide las fuerzas de una persona y, por tanto, es la razón por la que muchos de sus proyectos no han salido del papel. Así como la Fe es el camino que lleva al ser humano hacia Dios, la duda es el camino que se abre para que el mal entre en sus vidas. Esto se debe a que, como dijo el Señor Jesús, el diablo está entre el sí y el no: “Antes bien, sea vuestro hablar: «Sí, sí» o «No, no»; y lo que es más de esto, procede del mal.” (Mateo 5:37).
¿Y qué hay entre el sí y el no? De un lado está el sí, del otro no y entre los dos está el diablo. ¿Y qué significa esto? Entre el sí y el no está el “tal vez”, está el “quién sabe”, está el “será”. Entre el sí y el no están las dudas, las palabras que arrojan cenizas sobre tus proyectos. Y ahí es donde hay que tener mucho cuidado al elegir cuál quieres seguir: sí o no. De lo contrario, abrirás la puerta para que el mal entre en tu vida.
¿Qué hay que hacer entonces? Ahora, la Palabra de Dios dice en Santiago 1:5-8: “Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche[j], y le será dada. Pero que pida con fe, sin dudar; porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor, siendo hombre de doble ánimo[k], inestable en todos sus caminos.”.
En todas partes la Palabra de Dios habla de la duda deja muy claro que esta es la decisión de la persona, es decir, es la persona la que elige dudar o creer. Y esto ocurre en varias situaciones. Por ejemplo: vas al médico y, hasta entrar al consultorio, solo tenías una queja. Pero, de repente, el médico dice que tu sangre está mal, tu grasa esta mal, tu nivel de colesterol no es bueno, tienes algunos riesgos y te da un diagnóstico. Luego, absorbes esa palabra y, al salir de la oficina, piensas en lo que escuchaste y te vas a casa diez veces más enfermo que cuando entraste a la oficina. No porque algo haya cambiado en tu cuerpo, sino porque algo cambió en tu cabeza, en tu mente: permitiste que entrara una palabra de duda. Es así como muchas personas entregan su salud a la farmacia, al hospital, al médico y, aunque conocen la Palabra de Dios, prefieren confiar en la palabra del hombre.
La duda destruye la esencia misma de una persona. Entra en el individuo como un terremoto que abre el suelo. ¿Y cuál es la reacción de la persona cuando el suelo bajo sus pies comienza a temblar? Corre sin saber adónde va, temerosa de que el techo le caiga encima y aún sintiendo que todo tiembla bajo sus pies.
Lo mismo sucede cuando te apoyas en algo que tiembla. Lo que te fijas ya no tiene estabilidad. Entonces, ¿cuál es la palabra que te dará estabilidad? Jesús dijo que un día el Cielo y la Tierra pasarán, pero Sus Palabras no pasarán (Mateo 24:35). Quiero decir, un día, el suelo bajo nuestros pies ya no existirá porque la Tierra se incendiará y todo lo que estamos acostumbrados a dar por sentado ya no existirá.
Por tanto, si quieres superar tus dudas, planta tus pies en la Palabra de Dios, sin importarte lo que digan. Coloca tus dos pies, tu cabeza, todo tu cuerpo, toda tu vida sobre la Palabra de Dios, que es más firme que el suelo bajo tus pies. Saldrás de la zona de la duda que está entre el sí y el no y pasarás a la zona de la certeza. Y cuando estás seguro, no hay montaña que se interponga en tu camino.
Fuente: Folha Universal