La vida eterna o la muerte eterna depende exclusivamente de la elección de cada persona. Hay vida eterna con Dios y castigo eterno en el lago de fuego y azufre, que no cesa en ningún momento. Así que cuando una persona muere sin Salvación, allí vivirá sufriendo y con dolor.

Dios nos enseña que los justos vivirán por la Fe, es decir, los justos son dignos por su Fe. Ella es quien nos justifica ante el Altísimo. La fe implica la obediencia a la Palabra de Dios. Es como un matrimonio: no se mantiene por la emoción o el placer, sino por el amor y, sobre todo, por el sacrificio. Cuando te casas, te sacrificas, porque amas. Si no hay sacrificio, el sentimiento es fútil e inútil.

Lo mismo sucede con la Fe: la persona se sacrifica, obedece y deja de lado sus deseos y anhelos para escuchar la Voz de Dios. “Mas el justo por la fe vivirá” (Hebreos 10:38), es decir, la vida depende de la fe y, asimismo, el castigo depende de la duda. El diablo obra con la duda, oponiéndose a la Fe que Dios ofrece gratuitamente.

Por lo tanto, el que tiene fe en el Dios Vivo sacrifica sus voluntades carnales, sus deseos, y se mantiene firme, porque cree en Aquel a quien no ve. Por eso Dios dice que los justos tendrán vida, vida eterna, y eso solo depende de cada uno de nosotros. Este es digno de recibir las bendiciones y favores de Dios.