Es necesario que los hombres comprendan la importancia de la comunicación en la vida cotidiana. Mientras las mujeres son más comunicativas, con mayor poder de interacción y buscan desarrollarse en los más diversos ámbitos y generar vínculos más estables -incluidos los familiares- con las personas que las rodean, los hombres tienden a “aislarse en una isla”.

Como resultado, pierden muchas oportunidades de crecimiento profesional y personal, ya que no conectan con nuevas personas y no prestan la debida atención a las relaciones que ya han establecido (por ejemplo, no intentan escuchar lo que los miembros de la familia quieren decir, cómo se sienten, cuáles son los problemas interpersonales, si hay algo que se pueda mejorar, etc.). Hay mujeres, por ejemplo, que se sienten defraudadas con sus maridos y dicen que “nunca” se preocupan por ellas, no les prestan atención y no las escuchan.

Sí, pero…
Ya sea por timidez, agresividad, falta de paciencia, dificultad para trabajar en grupo o cualquier otro rasgo de comportamiento inadecuado, es importante que los hombres tomen conciencia de la necesidad de desarrollar las llamadas “soft skills”, habilidades relacionadas a la capacidad de gestionar las relaciones, algo que actualmente tiene una gran demanda.

Un hombre que mejora esta característica es capaz de generar profundos impactos positivos en la vida de las personas con las que convive. Imagínese, por ejemplo, si los apóstoles Pablo, Pedro, Santiago y Juan hubieran optado por no escribir los Textos Sagrados inspirados por el Espíritu Santo. Habríamos perdido el preciado alimento espiritual para nuestras almas. En efecto, ¿cómo es posible transmitir lo que Dios nos ha dado si no interactuamos con quienes necesitan este mensaje?

En el ámbito profesional, si los hombres no están informados sobre los últimos desarrollos en su área de especialización y no cultivan una red de contactos (networking), por ejemplo, pierden relevancia con el tiempo hasta que ya no son capaces de entregar valor a la sociedad.

¿Cuántos niños se quejan de que no se les escucha en casa? ¿Cuántos problemas familiares e incluso tragedias sociales se podrían haber evitado con un simple diálogo sincero entre padre e hijo? Sin embargo, hay hogares donde lo que se presencia son personas que no comparten sus experiencias diarias con la familia ni prestan oído para saber lo que pasa con el otro.

No es que un hombre deba andar como un chismoso hablando con todo el mundo. La extroversión excesiva también es un problema. Pero tenemos que tener presente que somos líderes en nuestras familias, sacerdotes de Dios en este mundo, fuentes de palabras de alivio para los afligidos de espíritu, sostén de nuestras familias, hombres de los que este mundo no es digno.

Ten actitud de cambio
Por lo tanto, piensa en la posibilidad de ser más amable con las personas, de ser una compañía agradable en la vida cotidiana, de dejar de lado la “cara cerrada”. Todavía hay tiempo para darle la vuelta a este juego.