¿Qué haces cuando necesitas salir de casa y se pronostica tormenta? Llevas tu paraguas y te vas, ¿verdad? Después de todo, cuando empiece a llover, simplemente abre el accesorio y se protege, aunque sabes que mojarte seguirá siendo inevitable.
Nos recuerda el coraje que tenemos para sacrificar cualquier cosa por el bien de nuestros sueños. Pero ¿cuántos de estos deseos, como el de permanecer seco en medio de una tormenta, resultan ser una gran ilusión? Se puede, por ejemplo, soñar con graduarse con la intención de tener éxito profesional y financiero, pero sólo una de cada diez personas con estudios superiores consigue una plaza en el mercado laboral equivalente a su nivel de formación, según datos recopilados por Geofusion. Y es así como nuestros propios deseos nos decepcionan, uno a uno, ya sea porque los planes no llegaron a buen puerto, o porque no cumplieron con nuestras expectativas.
No tiene por qué ser así
Tener sueños personales y trabajar para alcanzarlos no está mal. Sin embargo, es fundamental preguntarse siempre “¿cuál es mi prioridad?” La mayoría de las personas están dispuestas a renunciar a todo para intentar hacer realidad sus sueños, pero ¿existe la misma disposición para hacer la Voluntad de Dios?
Los discípulos lo dejaron todo para cumplir la Voluntad del Señor y Pedro incluso cuestionó a Jesús: “…He aquí, nosotros lo dejamos todo y te seguimos; ¿Qué recibiremos? Y Jesús les dijo: heredará la vida eterna” (Mateo 19:27-29). Los sacrificios por la vida eterna son los únicos que nunca serán en vano, y no se pueden olvidar.
Viviane Freitas , en su blog, destacó que el tiempo hace que muchas personas acaben dejando a Dios en segundo o último lugar. “Y obviamente, estas personas que lo intercambian, que no perseveran hasta el final, que no defienden a Dios primero en su propia vida, se dejan llevar por sus necesidades, poniendo excusas o incluso argumentos de lo que han vivido en el pasado, para elegir tu presente y comenzar a inclinarte hacia tu voluntad, tus sueños personales. Ten cuidado con lo que priorizas, porque compromete tu vida en el futuro”, reflexionó.
Poner a Dios en primer lugar no es fácil, pues requiere dejar deseos, sentimientos y hasta sueños personales para hacer la Voluntad de Dios, cumpliendo lo registrado en Su Palabra y encontrar el equilibrio entre los pequeños logros de esta vida fugaz y la inversión en la vida eterna. Pero sólo porque no sea fácil no significa que sea imposible. De lo contrario. Solo reconoce que el Señor es el único capaz de satisfacerte completamente, aprende a amarlo sobre todas las cosas y deja que Su Espíritu te guíe. Sólo confía en Él.
Confiar en Dios es saber que, aunque estés sin paraguas que te proteja de la tormenta de los desengaños terrenales, tendrás la convicción de la vida eterna y hasta podrás bailar bajo la lluvia porque lo único que importa es dejar lo que se necesita para hacer la Voluntad de Dios hoy, mañana y por toda la eternidad.