1º Poder – Volverse hijo
En la oración del Padre nuestro aprendemos 7 Poderes que Jesús revela, en el versículo 9 del capítulo 6 del Evangelio de San Mateo dice:
“Vosotros, pues, orad de esta manera: «Padre nuestro que estás en los Cielos, Santificado Sea Tu Nombre…”
- El Altísimo es un Padre Santo, por lo que Sus hijos también deben vivir, caminar con Él en Santidad – separados.
- Debemos reverenciarLo y honrarLo en nuestras oraciones, pensamientos, deseos, en nuestras ofrendas, actitudes, en los diezmos, palabras y en nuestra vida en general.
- El Padre nuestro está en los Cielos, por encima de todo, no en nuestro nivel. Si Lo considero así, voy a dominar en este mundo y no seré dominado por ningún mal. Dios me dará visión para emprender, para tomar decisiones, para elegir y ver Su Poder, Cuidado, Provisión en mi vida durante 2024, no importan los desafíos, las malas noticias, las luchas o los problemas…, yo Lo honraré en Primer lugar en mi vida y Él me honrará con Sus 7 Poderes.
Cuando honramos al Padre nuestro que está en los Cielos, Él nos otorga:
1️° Sabiduría: para desarrollar los talentos, administrar, negociar, multiplicar…
2️° Salud: para poder dar lo mejor en todo lo que hacemos…
3️° Fuerza: para concluir todo lo que iniciamos, disposición, diligencia, perseverancia… Pero debemos quitar de dentro de Su templo, que es nuestro cuerpo, los ladrones que están en la
- mente… los pensamientos negativos.
- ojos… la malicia, malos ojos.
- oídos… creyendo, obedeciendo a los rumores.
- boca… murmurando, reclamando.
- corazón… dudando, soberbia, envidia, rencores.
- manos… negligente, indolente, tocando lo ajeno.
- pies… andando por malos caminos.
El primer poder que Dios nos da es volvernos Sus hijos llamándolo Padre. En la época de Jesús no se podía llamar Padre a Dios, era una blasfemia, incluso Jesús fue condenado a la muerte de cruz cuando Le preguntaron: “¿Tú eres el Hijo de Dios?”, y Él dijo: “Sí, Yo Soy”.
El ser humano no fue creado hijo, el ser humano fue formado criatura. Hijos de Dios —dijo Jesús— son los que nacen de Él…
Jesús Vino al mundo y Dio Su Vida por nosotros para que nosotros también pudiéramos, por elección personal e individual, hacer la Voluntad del Padre como la hizo Él y salir de criaturas tornándonos hijos de Dios. La Biblia dice que Jesús era Unigénito, era el Único Hijo que tenía Dios.
“Yo Soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre sino por Mí”.
“Si usted quiere ser hijo de Dios tiene que aceptar Mis Enseñanzas, tiene que entender que Mis Enseñanzas son para que usted, criatura, aprenda y entienda que Dios no quiere ser adorado solamente como Dios Creador, sino como Padre”.
Cuando hay esta afinidad, cuando hay este acercamiento del hijo al Padre, eso Lo complace, eso Lo alegra de manera extraordinaria, estupenda, sobrenatural, porque al diablo y a sus demonios les gustaría y han luchado para hacer que el ser humano no entienda el Plan Divino de volverse templo Suyo, morada Suya, habitación Suya por medio del Espíritu Santo, de volverse hijo de Dios.
Jesús dio la Vida por nosotros en la Cruz hace 2000 años, Resucitó de entre los muertos y Ascendió a los Cielos y envió al Espíritu Santo, que nos libró de la muerte y nos hizo entender por qué éramos esa criatura problemática, amargada, triste, acomplejada, vacía, sin deseos ni razón de vivir, y la razón es que éramos criaturas, no hijos, y creíamos en Dios a nuestra manera, creíamos en dioses que tenían ojos que no veían, manos que no tocaban, pies que no caminaban… Desconocíamos las Escrituras, desconocíamos el poder que Dios le da a todo ser humano de llamarlo Padre. Pero no es solo llamarlo, porque mucha gente llama Padre a Dios, pero en realidad no actúa como hijo.
Lo que hace que uno sea hijo de Dios no es que Lo llame Padre, sino elegir cómo vivir, qué pensamientos alimentar en su mente, que aunque nadie los sepa, Él sí los sabe. Está Escrito que debemos amar a Dios con toda nuestra mente. Buenos y malos pensamientos vienen para todos, pero quien elige alimentarlos no es Dios ni el mal, es cada uno, usted elige. Dios sabe lo que usted ha dejado entrar por sus ojos, imágenes sucias, violentas, de horror, o usted se mira y se ve feo, viejo, gordo, flaco, blanco o negro, cuidado cómo usted se ve y cómo ve a las personas, porque Dios no las ve como los que son criaturas las ven. Las criaturas ven a las personas por el exterior y las juzgan, pero Dios y Sus hijos las ven como almas, y el alma no tiene sexo, edad, nacionalidad.
Eso dice mucho de mí, lo que digo, cómo lo digo, qué hago, si murmuro, si reclamo, si me lamento y exalto la acción del mal, mi boca no debería hacer eso, yo debería vigilarme y vigilar mis palabras, porque Está Escrito que de la misma boca de la que sale “Aleluya”, “Te amo Señor Jesús”, “Santificado Sea Tu Nombre”, no deben salir murmuraciones, ni chistes sobre la Palabra de Dios, ni chismes sobre la vida ajena, del vecino, del empleado, del obrero… Cuidado, porque hay poder en las palabras, son como una flecha que, una vez lanzada, no vuelve, y usted y yo rendiremos cuenta de cada palabra que pronunciamos. Nuestra boca debe ser usada para bendecir y no para maldecir, para evangelizar y no para juzgar.
Y los oídos, ¿qué entra por mis oídos?, ¿a quién escucho? Usted enciende la televisión y oye un montón de voces queriendo explicar, todos quieren aparecer, en las redes sociales todos quieren sentirse importantes y no las usan para Glorificar a Dios sino para alimentar su ego. No sé qué entra por sus oídos, pero yo elijo lo que escucho, usted debe cuidar a quién escucha. Hay personas, incluso adentro de su casa, que están siempre atacando su fe, lo humillan, lo amenazan, lo chantajean, ¡cuidado a quién deja entrar en sus oídos!
Una cosa es oír y otra escuchar, escuchar es hacer caso, y si usted le hace caso a todo lo que oye estará perdido, porque va a actuar como criatura hiperemotiva, problemática, amargada.
No basta con llamar a Dios Padre, yo tengo que actuar como hijo. Así que no voy a permitir que en mis oídos entren las palabras de todos, ni que mis ojos absorban lo que desean o codician.
A esta altura del año las personas miran lo que les falta y no lo que tienen, y compran lo que no deben, aunque no lo necesiten, y se endeudan, eso es pecado y no agrada a Dios. No compro porque los demás compran, sino porque lo necesito, para proteger lo que Dios me ha confiado, yo compro con lo que ha quedado de los 10 %, con mis 90% consagrados, dedicados a Dios.
Usted debería enseñarles a sus hijos a dar gracias a Dios antes de comer, y si no quieren dar gracias que coman afuera. A estar todos los domingos por la mañana en la Iglesia, y si no quieren, que sientan falta de la casa. Dígales que usted es diezmista y ofrendante y no está jugando con la Palabra de Dios, usted Lo llama Padre y Él le ha dado la sabiduría, el Sol, el oxígeno, la vida en la Tierra, lo ha hecho inteligente, todo eso vino del Creador. Usted tiene que enseñarles a sus hijos a valorar, y a donar algo cada vez que se compran algo nuevo. Tiene que decirles que todo en su casa es bendecido porque está diezmado y ofrendado y que están disfrutando de eso porque Dios se los ha dado. Enséñeles a sus hijos a que Lo honren y Le agradezcan si quieren ser parte de su casa. Si no enseñamos eso, criamos niños mañosos que quieren todo en la mano y no valoran nada.
Tenemos la responsabilidad de valorar, de ser agradecidos, considerar, respetar, porque de lo contrario llamamos Padre a Dios pero actuamos como criatura. Esto ofende a Dios, y Él pregunta: “¿Por qué Me llamas Padre si no actúas como hijo? Mira las obras de tus manos, no haces las cosas con ganas, no te empeñas”. Usted debe hacerlo todo para Dios aunque nadie lo valore, porque fue Él Quien le dio ese talento. Debe hacer lo mejor, todo con cariño, con amor, no pueden entrar por las obras de sus manos negligencia, indolencia, robo. No debe tocar las cosas de los demás y menos las de Dios.
Eso se aprende en casa, en la educación, y si usted no tuvo padre ni madre que se lo enseñaran, tenemos un Padre Celestial y una madre, que es la Iglesia, y Dios usa a los obispos, a los pastores, a los obreros para orientarlo.
Sus pies andan por malos caminos y usted llama Padre a Dios, anda con personas que le influencian a hacer lo malo y acaba desviándose, haciendo concesiones, y esto aumenta y usted va a estar perdido, con miedo del presente y del fututo, y Dios no acepta eso.
Llame Padre a Dios, pero actúe como hijo: “Mi Padre está en el Cielo y hacia allá voy, pero, mientras esté en esta Tierra, en esta mente, en estos ojos, en estos oídos, en esta boca, en este corazón, en estas manos, en estos pies, yo no voy a dejar que entre lo que no agrada a mi Padre Celestial que me ve, que me escucha y que acompaña cada uno de mis pasos”.
“Santificado Sea Tu Nombre”
Santificar el nombre de Dios es respetarlo.
Yo solo peleé una vez en la escuela, porque involucraron a mi madre, me volví un león, fue por mi madre, por mi instinto de hijo. Hoy las personas dejan que afrenten el Nombre de Dios y no se molestan, es como si fuera nada.
Él dijo que quiere habitar no en templos construidos por manos humanas. ¿Qué templo es este? El corazón de uno. Vea lo que dijo Jesús en el Evangelio de Marcos capítulo 11, versículo 15:
“Llegaron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo, volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían las palomas; y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo. Y les enseñaba, diciendo: ‘¿No está escrito: «Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones»? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones’”.
Cuando el Señor Jesús expulsó a los religiosos del templo, lo hizo debido a que no respetaban lo Sagrado y por eso no Santificaban al Nombre del Padre nuestro.
- No consideraban a la Casa de Meditación, Oración, servicio a Dios, al Templo como la Casa del Padre Celestial, la deshonraban, al ver las Cosas Sagradas y Santas sin reverencia, sin tener en cuenta al Padre del Padre nuestro del Cielo.
- Esta es la indignación del Señor Jesús en nuestros días, al ver a las personas en la Iglesia, viendo a los diezmos como 10 % de su ganancia, a las ofrendas como dinero, y a los sacrificios como bienes materiales. Cuando en realidad el Padre nuestro los VE así:
- Diezmo como Fidelidad,
- Ofrenda como Gratitud,
- Sacrificio como Confianza.
La actitud del Señor Jesús al expulsarlos del Templo mostraba lo que debemos también hacer con todo lo malo que intenta contaminar Su Templo hoy, que es nuestro espíritu {mente}, alma {corazón}, cuerpo {vida}.
- Debemos aprender a honrar a Dios en lugar de deshonrarLo.
- Esto nos conecta con el Padre nuestro: “Santificado Sea Tu Nombre”.
- Santificado Sea Tu Nombre es: «Yo quiero prosperar no solo para mi bienestar o placer personal…, sino para honrar a mi Padre Celestial. Porque todo lo que Él me ha confiado —trabajo, talentos, familia, negocio… como también Sus Promesas— es para que yo Lo sirva ganando almas para el Reino del Cielo».
Hoy el templo somos nosotros, cuando usted hace, dice, escucha lo que no debe, alimenta su corazón con lo que no debe, está violando el templo de Dios. Quien tiene que echar fuera todo lo que no agrada a Dios es usted.
Por eso Jesús dijo: “La Casa de Mi Padre es lugar de oración, no de aprovecharse de los diezmos y los sacrificios para beneficio propio”. Y los expulsó. Entonces, vea si lo que está en sus manos, en sus ojos, en sus oídos, en sus pies, es para beneficio propio y desagrada a Dios. Vea si usted lo llama Padre pero, en la práctica, actúa como un religioso o como una criatura.
- Cuando oramos, diezmamos, ofrendamos, sacrificamos, estamos santificando Su Nombre en nuestras vidas.
- Los religiosos convirtieron el templo {la casa de Dios} en una “cueva de ladrones”.
- No se olvide de que hoy esta casa es nuestra mente, corazón, oídos, ojos, boca, manos y pes. ¿Qué ladrón está robando de esta casa?
- Cuando Jesús vino al mundo, honró al Padre que está en el Cielo, Lo sirvió, fue un ejemplo, mostrando cómo un hijo debe honrar a su Padre. Por eso Dios Dijo:
“Este es Mi Hijo Amado en quien Me he complacido…”
Como hijos, tenemos dos opciones:
- Honrar al Padre (Santificando Su Nombre, haciendo lo que Le agrada)
- O deshonrarLo haciendo lo que no Le agrada.
- Dios ya nos ha dado todo, y lo único que Él pide es el Primer Lugar en nuestra vida, yo Lo honraré en Primer lugar en mi vida y Él me honrará con Sus 7 Poderes.
- Quien decide quién va a estar en Primer Lugar en mi mente, en mi corazón, en mi alma, soy yo.
La Biblia dice que todo pertenece al Señor, Él es el Creador, pero sobre una sola cosa Él no tiene poder: el alma.
Nuestro cuerpo vuelve al polvo, y el espíritu, que es la inteligencia, vuelve a Dios, pero el alma, cada uno decide para quién será, para Dios Padre haciéndose hijo, o para la muerte eterna, separada de Dios por toda la eternidad por no aceptarlo, reverenciarlo y amarlo como Padre. Esta es la elección de cada uno.
Que el Poder del Padre nuestro apodérese de ti en estas 7 primeras semanas del año.
Obispo Júlio Freitas
¡Nos vemos en la IURD o en las Nubes!
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