En la reunión del pasado domingo, se realizó el día de limpiar el corazón en todas las Universal del país. Todos tuvieron la
oportunidad de, por la fe, dejar en el Altar todo lo que venían cargando dentro de sí. También se realizaron oraciones por las familias y matrimonios de los allí presentes, y por las fotografías y prendas de ropas de todos los seres queridos. Consagramos la botella con agua, para compartir con los familiares y se determinó la cura y liberación de todos los oprimidos y afligidos.
Meditamos en el pasaje de 1 Corintios 13:11:
“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.”
Delante de las situaciones que se enfrenta a diario, es necesario tener actitudes de personas adultas, maduras. Si deja llevarse por el corazón, por lo que siente en el momento, puede perjudicarse y tomar decisiones equivocadas.
Cuando el Espíritu Santo viene sobre una persona, trae Consigo
madurez espiritual y de mentalidad. Él ayuda a entender muchas cosas, como por ejemplo el saber que todo tiene su tiempo.
La persona madura piensa antes de actuar, porque sabe que todo traerá consecuencias, sean negativas o positivas. Todo lo que se planta se cosecha (Gálatas 6:7)
Pero es necesario entender que debemos si ser maduros delante de las situaciones y decisiones que deben ser tomadas, pero también hay tres cosas que no debemos dejar de practicar:
“Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las
manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron.
Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.” (San Mateo 19:13-14)
Para entrar en el Reino de Dios, delante de Él, debemos ser como niños. Pero, ¿Cómo así? ¿porqué? Entienda:
1- El niño es dependiente: debemos ser dependientes de Dios al 100%, colocarlo delante y por encima de todo, sabiendo que sin Él nada podemos.
2- El niño es puro: no debe existir malicia dentro del corazón, nuestros ojos deben ser limpios.
3- El niño tiene poder de perdonar: no guardar rencores, sino liberarse con rapidez de todo sentimiento destructivo.
A lo largo de su caminata en la presencia de Dios, usted madurará y crecerá espiritualmente, sí, pero la dependencia, pureza y el poder de perdonar, siempre deben estar presentes dentro de sí y en las actitudes; de esa manera agradará a Dios y permanecerá firme hasta el fin.
Enseguida buscamos al Bien Mayor, el Espíritu Santo, todos fueron renovados y llenos de la presencia de Dios.
Le esperamos el próximo domingo a las 9:30h en la Universal que le quede más cerca de su hogar.