Ya sea en casa, en el trabajo o incluso en la vía pública, todo el mundo ha visto una renovación. Normalmente genera mucho polvo, deja cosas fuera de lugar y causa molestias, pero siempre con el objetivo de promover mejoras. Por eso, al final del día, vale la pena. Este escenario, tan común en la vida cotidiana, nos ayuda a comprender qué fue la Reforma Protestante, un movimiento que cambió la visión total que tenía el mundo de la fe y la Palabra de Dios.

Contexto histórico
Todo empezó en Europa en el siglo XVI. Durante este período, el catolicismo romano fue muy fuerte, principalmente porque era el único aspecto que unía a los cristianos. Bajo el mando del Papa León

En aquella época, además de los conflictos armados, la población en general padecía hambre, pestilencias y enfermedades. En busca de mejores condiciones de vida, muchas personas acudieron a los centros urbanos, pero la precaria estructura no fue capaz de absorber tanta gente, lo que aumentó el número de muertes. Todo esto hizo posible que la Iglesia Católica manipulara la Palabra de Dios. 

Dos efectos de estos ataques a la Biblia fueron la popularización de la autoflagelación como penitencia y la creación de indulgencias: cartas vendidas a quienes decían que estaban arrepentidos de sus pecados. Al cristiano le bastaba con pagar para ser perdonado. Con el dinero recaudado, la Iglesia, entre otras cosas, financió los conflictos militares en los que estuvo involucrada y fue en esta ocasión que se construyó la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, hasta el día de hoy la iglesia más grande y lujosa del mundo.

Vale señalar que, hasta entonces, la Iglesia prohibía a la población tener acceso a la Biblia. Por lo tanto, se necesitaba un intermediario, como un sacerdote, para conectar al hombre con la Palabra de Dios. Con tanta importancia como era, fue fácil para la Iglesia convencer a la gente de que hablaba en nombre de Dios.

El despertar de la fe
La creciente distancia entre la Iglesia y los principios enseñados por el Señor Jesús suscitó varias críticas, incluso de parte de personas dentro de la Iglesia. Uno de los descontentos con la dirección que estaban tomando las cosas fue el monje católico Martín Lutero (1483-1546), ya un teólogo y filósofo respetado en la Iglesia y en su comunidad. Según los historiadores, al meditar en un pasaje del libro bíblico de Romanos, Lutero entendió que esa realidad necesitaba cambiar. Así, buscando mejorar la Iglesia católica, el 31 de octubre de 1517 predicó con sus reflexiones en la puerta de la Iglesia del Castillo de Wittenberg, en Alemania, las que pasaron a ser conocidas como 95 Tesis. “Fue un movimiento en busca de raíces cristianas que antepuso la autoridad de las Escrituras a la autoridad de las personas y terminó generando también una ruptura social, política y económica porque todo el cristianismo cristalizado hace mil años se estableció sobre la base del supuesto de la Iglesia.»

Por supuesto hubo mucha persecución y Lutero fue expulsado de la Iglesia Católica, sin embargo, como muchos estaban descontentos con la Iglesia, los seguidores de ese movimiento se multiplicaron, lo que dio fuerza para una reforma importante. “La Reforma Protestante provocó una división significativa en el cristianismo. Las divergencias teológicas entre los reformadores y la iglesia romana terminaron resultando en la formación de varias denominaciones protestantes, como luteranos, calvinistas, anglicanos y, más tarde, metodistas, bautistas y presbiterianos, entre varias otras”.

Una de las mayores “afrentas” del movimiento fue la traducción de la Biblia. La Iglesia prohibió que se escribiera en otro idioma que no fuera el latín (que pocas personas entendían), pero Lutero se encargó de traducirlo al alemán, para cumplir con la orden del Señor Jesús, descrita en Marcos 16:15: “ve por todo el mundo, predicad el Evangelio a toda criatura”. Con esto, no sólo difundió la Palabra sino que también la hizo más accesible. Y, a partir de entonces, el Libro Sagrado empezó a traducirse a otros idiomas.

Impactos de la Reforma
El movimiento cobró tanta fuerza que dividió al cristianismo en un antes y un después. El pueblo ahora tiene la libertad de ejercer su fe sin tradiciones intransigentes y dogmas incomprensibles. Con la Palabra de Dios en manos del pueblo surgieron otros desafíos, como la alfabetización, que hasta entonces era precaria. Hubo un impacto cultural enorme, porque la gente tenía un gran incentivo para aprender a leer y escribir.

Otro aspecto positivo fue que en este período también se produjo el desarrollo de la imprenta, creada por Johannes Gutenberg, en Alemania. El equipo permitió a los reformistas imprimir la Biblia, lo que facilitó su propagación, ya que hasta entonces sólo existían copias manuscritas.

Sin la reforma, el cristianismo posiblemente se habría reducido. El movimiento, sin embargo, propone una renovación y la relación del hombre con Dios basada en la Biblia, que protege la fe. “El solo hecho de que la Biblia llegue a la gente y las personas sean impactadas por la acción del Espíritu Santo ya ha provocado un crecimiento exponencial. Tanto es así que hoy un tercio de las personas en todo el mundo profesan la fe cristiana”.

Y, siguiendo los pasos de Lutero, muchos de estos cristianos todavía financian esta misión de llevar el Evangelio a todos, ya sea mediante ofrendas en sus iglesias o mediante sus propias palabras.

El valor de la Palabra
“La Santa Biblia es la única fuente para guiar nuestra fe, nuestras costumbres y nuestras prácticas. Y, así como la Reforma Protestante trajo el foco a la Palabra de Dios, nosotros, como cristianos, debemos basar nuestra vida en lo que está registrado en las Escrituras”, dice el obispo Eduardo Bravo, presidente de la Unión Nacional de Iglesias y Pastores Evangélicos (Unigrejas).

La historia nos muestra que la Biblia ha pasado por innumerables persecuciones, algunos intentaron destruirla y otros anular sus enseñanzas, pero prevaleció. La razón es simple: es la Palabra de Dios la única que puede hablar a todos Sus lectores al mismo tiempo, satisfaciendo las necesidades de cada uno individualmente. Por eso, recordar la Reforma Protestante es también valorar lo que tenemos a la mano y utilizarlo para fortalecer nuestra fe.

Los pilares de la Reforma Protestante:

Sola Scriptura: La Biblia como única autoridad para la fe y la práctica;

Sola Fide: La salvación se logra sólo a través de la fe;

Sola Gratia: La salvación no ocurre por mérito humano, sino que se concede como un favor inmerecido mediante el sacrificio de Cristo;

Solus Christus: el único mediador entre Dios y los seres humanos es el Señor Jesús y no hace falta otro mediador;

Soli Deo Gloria: toda Gloria es de Dios, que es el propósito de la Creación.