A pesar de acumular decepciones, parece que muchas mujeres abrazan con orgullo todas sus ideas y errores. Curiosamente, aunque no soportan lo que experimentan, toleran lo que hacen. Quizás algunos esperan, en vano, una solución fácil desde Arriba. Sin embargo, no es difícil comprender que el mismo Dios que da a todos la oportunidad de cambiar de vida respeta las elecciones de cada uno de nosotros. Al fin y al cabo, el llamado libre albedrío existe desde que el deseo humano sucumbió ante el árbol que estaba en el Edén (Génesis 3,6-7). Por lo tanto, someterse o no a lo que Dios dice es una decisión estrictamente personal.

Cuando la maldad de Nínive llegó a Dios, por ejemplo, Él ordenó a Jonás que clamara por la ciudad. Sin embargo, Jonás navegó hacia Tarsis, “lejos de la presencia del Señor”. La historia continúa y muestra que “el Señor envió un gran viento al mar, y se levantó en el mar una gran tempestad” y que, después de eso, “el Señor preparó entonces un gran pez para tragarse a Jonás” (Jonás 1,3, 4 y 17). El episodio muestra que Dios no tenía la intención de castigar a Jonás por su posición de siervo rebelde, ya que Él no censura a nadie; lo que mucha gente no sabe es que son nuestras decisiones las que nos persiguen. Y hoy, como antes, ante nuestras malas decisiones, el carácter Divino permanece intocable, pero lo que puede volverse mudable es nuestra conciencia, nuestro carácter.

En una publicación en su blog, Viviane Freitas abordó el tema a partir de la historia de Jacob, Labán y Raquel. Para ella, la Biblia deja clara la acción de Dios en la vida de Jacob, evidencia que no fue suficiente para que Labán, su suegro, decidiera buscarlo. El capítulo 31 del Génesis detalla cómo la astucia desgasto la relación entre ellos. , lo que hizo que Jacob huyera. Entonces Labán fue tras él para hacerle daño. Dios le aconsejó, sin embargo, que no lo hiciera. “Dios habló a Labán no para convencerlo de sus errores, sino para que no hiciera daño a Jacob. Dios habla incluso a una persona que no tiene relación con Él”, escribe la Sra Viviane. A pesar de escuchar la Voz de Dios, “Laban no deseaba a Dios (…), siguió siendo la misma persona y Dios lo respetaba”, añadió. Algo similar ocurrió con Raquel, hija de Labán y una de las esposas de Jacob: “Raquel (…) también vio a Dios en la vida de Jacob, pero quiso seguir su propio camino”, dijo Viviane, tanto que “siguió engañando a su padre, engañando a Jacob y siendo la misma persona”.

Descartando la Raquel interior

Viviane mencionó que estos ejemplos pueden ayudar a cada mujer a verse a sí misma: “si insistes en seguir siendo la misma persona, Dios te respetará. Sin embargo, tarde o temprano cosecharás las consecuencias de lo que crees, de lo que tienes en mente, de lo que deseas”. Ante el conflicto de ser quienes son, hay quienes desean una nueva vida. Sin embargo, para empezar de nuevo se necesita la voluntad de dejar atrás lo que no es bueno. “Si no estás interesado en conocer a Dios, Él lo respetará y seguirás siendo la misma persona. La verdad es que Dios no actuará por ti”, concluye Viviane.