En los últimos tiempos se están produciendo dos fenómenos preocupantes: la adultización de los niños y la infantilización de los adultos. Por definición, la En los últimos tiempos se están produciendo dos fenómenos preocupantes: la adultización de los niños y la infantilización de los adultos. Por definición, la adultización infantil es la anticipación de etapas debido a la sobrecarga de tareas, como el inicio de la vida escolar a una edad cada vez más temprana, innumerables cursos complementarios y una serie de actividades que no dejan espacio para que el niño sea realmente un niño.
Como resultado, jugar y divertirse prácticamente no forma parte de la rutina de la mayoría de los niños, pero la cosa no se queda ahí. Ahora, los pequeños tienen una tarea más: tomar sus propias decisiones como si tuvieran la estructura, el conocimiento y las condiciones para hacerlo, sin la guía y consentimiento de sus padres o tutores.
Hace unos dos años, el Departamento de Educación de Escocia decidió que a partir de los cuatro años los niños pueden elegir con qué sexo se “identifican” y el colegio sólo se encarga de apoyarles en su decisión. La agencia ordenó a los maestros que no interrogaran a los niños que quisieran “hacer la transición” para vivir como niño o niña y que se limitaran a preguntarles su nuevo nombre y pronombres.
Para Shirley-Anne Somerville, asesora educativa escocesa, “las escuelas pueden apoyar a los jóvenes transgénero garantizando que se respeten plenamente los derechos de todos los estudiantes”. Y todo ello sin el consentimiento de los padres.
Mientras los adultos sobrecargan y confunden a los niños, ellos viven como si estuvieran en plena infancia: cada vez más inmaduros, emocionalmente débiles, irresponsables e incapaces de afrontar cualquier rastro de frustración.
El sentido común parece ya no formar parte de la vida adulta, ya que incluso lo obvio necesita ser explicado y, aun así, es refutado y desestimado. Se ridiculizan los valores, mientras que se valoran las actitudes ridículas. Este es un paso más hacia un futuro incierto y sin precedentes en toda la historia de la Humanidad.
Por: Patricia Lages (Periodista y Escritora)