El Texto Sagrado dice que “el temor del Señor es el principio de la sabiduría; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; su alabanza es para siempre” (Salmo 111:10). Cuando una persona es sabia, según Dios, guarda dentro de sí el temor del Señor, huyendo del mal, del pecado y de los que no temen a Dios. Se separan para no correr el riesgo de perder la comunión con el Altísimo. Este es el principio de la sabiduría.

La sabiduría divina permite a una persona vivir por toda la eternidad. Aparte de eso, la sabiduría es solo vanidad. Los que son sabios, según Dios, permanecen para siempre.

Sin embargo, los que no son sabios son alabados solo mientras están vivos, porque después son olvidados. Toda su sabiduría, tecnología, riqueza y gloria de este mundo muere cuando mueren.

Así que si buscas sabiduría, teme a Dios. Y temer a Dios no es tener miedo o terror de Él, porque Él no nos asusta, sino todo lo contrario: Él quiere darnos lo mejor y trata a Sus hijos como verdaderos Hijos. Una vez que temes a Dios, lo respetas, lo consideras y lo pones primero en tu vida.

Por lo tanto, el primer gran mandamiento es “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y ​​con toda tu mente, y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30).

Dios tiene que ser el primero en todo, porque si no lo es, no es realmente parte de tu vida. Esta es la realidad.