Existen tres tipos de personas: «Jacob, Esaú e Israel». Como base para esta enseñanza, recordaremos la historia de Jacob, cuando se hizo pasar por su hermano, Esaú, para obtener la bendición de su padre (véalo en Génesis 27:18).

Jacob valoró esa bendición, así que hizo todo lo posible para conseguirla. En otras palabras, no quería ser ese un hombre renegado y olvidado, viviendo a la sombra de su hermano e ignorado por su propio padre. Él deseaba ser alguien, pero mintió.

Con el pasar del tiempo, Jacob siguió con su vida, prosperó, después de su voto hecho en Betel, luchó con Dios para que Él lo bendijera, pero, sin embargo, tuvo que asumir su verdadera identidad. 

«Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.  Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.» (Génesis 32:25-27)

Dios sabía que era Jacob, pero cuando le preguntó su nombre, Jacob ciertamente se recordó de 20 años atrás, cuando su padre también le preguntó, y él dijo que era Esaú… es decir, mintió y engañó.

Cuando Jacob reconoció su identidad, Dios cambió su nombre y lo hizo Israel (Ver Génesis 32:28).

Hoy, muchos han sido Jacob o Esaú y pocos han sido Israel. ¿Eres un Jacob que aún no ha sido bendecido; o un Jacob «mejorado» después de la bendición? ¿O eres un Esaú, que piensa que no necesita nada y confía en sí mismo? ¿O un Israel, una persona que conoció a Jesús?

Se acerca una gran oportunidad en la que podrá recibir ese cambio de identidad y pasar a ser la propia bendición. Prepárese!