Cada individuo lleva consigo un equipaje. El no nace con el ser humano, sino que se construye a lo largo de su vida. En su desarrollo interfieren muchos factores, como la crianza, las experiencias cotidianas -positivas y negativas-, las relaciones y todo tipo de influencias que se acumulan y forman la personalidad, el carácter, la forma de pensar e incluso las creencias de una persona, que también puede denominarse verdades individuales.
Estas verdades son constantemente motivo de peleas, muchas personas, por ejemplo, se involucran en discusiones acaloradas porque defienden ideas diferentes a las que tiene la mayoría de las personas. Esto sucede cuando el tema es la política, el deporte, la salud, la educación, etc. Este choque no solo ocurre con extraños, sino a menudo en casa. ¿Cuántos matrimonios terminaron porque cada uno tenía su propia visión del matrimonio basada en sus experiencias? ¿Y cuántas madres justifican sus acciones extremadamente estrictas citando lo que vivieron en la infancia?
La mente humana carga con innumerables referencias, situaciones que quizás pasaron desapercibidas, pero que quedaron grabadas en el subconsciente y hoy han dictado las decisiones de muchas personas. Nuestra verdad no tiene gloria. Muchos pensamientos que tenemos no nos hacen mejores personas, sino que nos causan vergüenza.
¿Cuántas cosas pensábamos que eran verdad, según nuestro concepto de vida, y luego, con la adquisición de nuestra experiencia, descubrimos que eran sólo orgullo de nuestra parte?”, dice la columnista Viviane Freitas en su blog.
Mientras siga el parámetro humano, la mujer se enfrentará a problemas y conflictos no resueltos. Para escapar de esto, necesita entender que, cuando hay una verdadera conversión, se debe dejar de lado la verdad individual para que la vida se guíe por la Palabra de Dios, que es la única Verdad, como dijo el Señor Jesús en Juan 17.17: “Santifícaos en tu verdad; tu palabra es verdad.”
Al tener los ojos abiertos por la Fe, la mujer sufre una transformación de adentro hacia afuera, y cada vez que su espíritu es alimentado por la Biblia, por una reunión con la meditación de las Escrituras o por un libro de Fe, es como si estuviera moldeados por la Verdad, que es la Palabra de Dios: “Por eso muchas personas están dispuestas, se despojan de su vida, de su futuro, porque todo lo que antes era valioso se convierte en mentira, engaño y pérdida de tiempo. Con Dios no perdemos el tiempo, tenemos calidad de vida. Disfrutamos de la bondad de Dios. Aprendemos a ver que las cosas simples son suficientes”, dice Viviane.
El poder de la confianza
El primer paso para superarte a ti mismo y a tus propias verdades para dejar espacio a Dios es ser humilde, reconocer que necesitas esta transformación y entregarte al Creador. “Actuamos mal, pero Dios sigue siendo amable. Él hace el bien incluso con nuestras imperfecciones y nuestra maldad. Cuando veas tus faltas, te darás cuenta de la paciencia de Dios contigo y conocerás la misericordia y la bondad que hay en Dios”, explica. Así, Dios se convertirá en el referente de la mujer para que sea excelente en todos los roles que desempeñe, como esposa, madre, hija, profesional, amiga y estudiante.
Aunque este nivel de desarrollo es accesible para cualquiera, no todos pueden tener una relación cercana con Dios. Viviane señala que esto sucede cuando no hay una entrega total de la vida a Él: “Confiar en Dios es dejar que Él tenga el control. No intentes controlar las cosas. Deja de poner tu creencia en cosas, personas y dinero. Que Dios sea tu escudo. Deja que Él sea tu refugio”.
En un mundo que predica la independencia a toda costa, depender de Dios parece ser un gran desafío, pero vale la pena, después de todo, Su Voluntad es buena, perfecta y agradable (Romanos 12.2). “La confianza nos hace esperar que Dios hará su parte y así tengamos paz. Pero esta es una opción, una elección que debe ser hecha por cada uno de nosotros”, concluye.