Muchos dicen que quieren conocer a Dios, sin embargo lo buscan por caminos equivocados. Dicen que todos los caminos conducen a Dios, pero esto es una gran mentira. El apóstol Pablo dijo en 1 Corintios 1:21: « Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.»

¿Conoces a esas personas que ponen sus propias condiciones para conocer a Dios? Dicen: “si Dios me da una señal, creeré”. La arrogancia humana es tan grande que piensan que Dios necesita conocerlos, cuando en realidad somos nosotros quienes necesitamos conocerlo.

El mensaje de la cruz es locura para este mundo. La gente lo escucha, pero “sube los hombros”, no lo entiende o no lo profundiza, pero es precisamente a través de él que se salvan los que creen en él.

Hay muchos sabios en este mundo que quieren pruebas de que Dios existe, pero no es así como funcionan las cosas. Importa que Dios sea conocido por su confianza en Él y por la Fe. Cuando amas a alguien y te enamoras de él, lo quieres contigo. Las personas no entienden, pero cuando tienes ese sentimiento, no hay forma de explicar por qué la quieres cerca. Tienes algunas razones para aclarar ese sentimiento de querer estar con tu ser amado, pero no hay forma de ilustrar el sentimiento en sí.

La fe no es un sentimiento, sino una certeza y un compromiso. Escuchas la Palabra de Dios y dentro de ti hay una convicción. El Señor Jesús vino a este mundo como hombre, se preservó a sí mismo del pecado para mostrar cómo vivir la vida y mostró cómo ser un sacrificio perfecto.

Él fue a la cruz, tomó mis pecados sobre Sí mismo y me dio la oportunidad de la Salvación. Como la muerte no tenía nada en contra de Él, tuvo que soltarlo, Él resucitó y todo el que cree en Él alcanza la Salvación. Yo creo en eso. Vivo mi vida dependiendo de este hecho. Toda mi vida se basa en eso. Creo en esta locura y, gracias a Dios, soy uno de esos locos que creen en ella. Del mismo modo, si quieres ser así de loco también, puedes hacerlo. Si quieres elegir ese camino, puedes ser salvo, pero si no, sigue buscando otros caminos. Sin embargo, recuerda que el final de este camino es un precipicio.

Obispo Renato Cardoso